jueves, julio 31, 2014

Una de las nuestras... o no

No sé por qué me apena sentirme fuera de algo que, en realidad, nunca he sentido como propio. Un lugar que, a pesar de estar en él parte de mi gente, de ser en teoría afín ideológicamente... siempre me ha resultado algo ajeno. Yo no cuadraba bien ahí, aunque me importara, aunque lo peleara. Pero no era mi lugar, mi espacio, mi sitio. 

Por eso quizá no me impliqué tanto como hubiera debido, y supongo que esa no-implicación contribuyó a la lejanía y a la desmotivación. Aun así, me alegraba cuando llegaban noticias buenas y las ocasiones en que desde el lugar se reclamó ayuda, los momentos críticos, me tuvieron cerca, apoyando (aunque llegaría la ocasión en que eso se me echaría en cara: "solo has apoyado en los momentos críticos"). Quizá solo sentí que pude aportarles algo útil en esos momentos, cuando se me explicitó una necesidad que yo podía cubrir. Porque sí, de cara a la galería el mantra era "esto lo construimos entre todos". Pero a mí me cuesta saber qué puedo aportar (no solo a este proyecto, es una sensación que me acompanya), y mientras que en otros proyectos, en otras situaciones... he ido ganando confianza, soltándome y sintiéndome más segura día a día, más capaz... en este no dejaba de sentirme cuestionada, o quizá no tanto, quizá solo... de más. 

No puedo decir que no lo intentara. Al principio participé en distintas actividades. Cuando supe de algo que podía hacer, algo concreto y tangible que estuviera en mi mano, no dudé en hacerlo.  Y a raíz del último "momento crítico", me propuse implicarme más, participar, intentar que el proyecto aguantara y no se fuera por la borda el trabajo que -sobre todo el resto- habían realizado hasta ese día. Me lo propuse y pensaba llevarlo a cabo.

Hasta que de nuevo... ahí estás, de más, con unas prioridades que no son compartidas, con un trato que confirma esa no-pertenencia al lugar, porque solo has estado en los momentos críticos, porque echas por la borda el trabajo de los demás o eso te echan en cara, porque no estuviste presente cuando se decidió algo que no compartes y que parece ser que es inamovible y si no lo asumes estás contra el proyecto mismo, porque cuando algo piensas que no funciona, no lo tapas y así contribuyes a estropear la imagen ¿de armonía? ¿de unidad? ¿el espejismo? Porque sí, para mí el proyecto no es una marca y yo no quiero vender motos, sino que me lo creo y no quiero que otros se aprovechen del trabajo de muchos para dar alas a sus propios proyectos con sus lecciones de marketing por encima de la identidad del lugar que intento defender.

Pero a lo mejor es verdad, y no es la primera vez que lo vivo. Es cierto que no he estado tan implicada como otros. Que he venido cuando se ha solicitado ayuda, y ahí he ofrecido mis manos, mi cabeza, mi firma si hacía falta. Pero igual y con todo, no soy una más. Este nunca fue mi espacio, ni siquiera aunque a veces haya pensado que sí. Y para guerras perdidas, ya tuve una reciente que me dejó con pocas fuerzas para emprender otras reconquistas.

Alguna vez me gustaría pensar "ahí os lo dejo, con vuestro pan os lo comáis". Pero ni siquiera, porque sigue habiendo gente ahí que considero mi gente, porque sigo alegrándome de las buenas noticias cuando éstas llegan y sigo pensando que ahí construimos ("construyeron" será más exacto, supongo) algo distinto. Pero sigo cuestionándome si mi firma tiene sentido ahí, habiéndome sentido maltratada en alguna ocasión por los mismos a los que ésta apoya. Si tiene sentido llenarme de barro metiéndome hasta la cintura en un charco... para ni siquiera ser bien recibida al salir. Y no llego a ninguna conclusión. Me temo que, al más puro estilo Escarlata O'Hara... ya lo pensaré manyana.

Blogger James susurró...