Crisis (mayúscula y minúscula)

Como si no hubieras oído hablar de la Crisis. De esa Crisis que se podía sumar fácilmente a tus crisis, esas las pones con minúsculas porque son sólo tuyas, porque aunque se ceben con tu cabeza y te hagan volverte chiquita, minúscula también como la "c" con que comienza... aun a pesar de eso, digo, suponen que es más llevadera que la Gran Crisis Financiera Mundial -o algo-, bajo la que estamos (y que, por cierto, parece haber abierto la puerta a toda clase de despidos, reajustes, reformas laborales para incluír contratos basura aun por debajo de los antiguos contratos basura... y si no, al tiempo).

Eso sí... ahora se te suman las dos. Hace sólo un anyo y algunos días contabas atrás para la vuelta a trabajar, para volver a ser duenya de tu tiempo y tus horas, para volver a aportar más que pedir, para volver a sentirte útil. Ha pasado un anyo entero sin (casi) más bajas, sólo algún día suelto, algunas manyanas en las que nada ni nadie podía sacarte de bajo el edredón. Habías llegado al momento de plantearte seguir para delante sin tanta química dentro, volviendo -quizás- a ser un poco más tú, y menos ese tú apagado, atenuado.

Pero entonces llega la otra, la Crisis con mayúscula. La de los telediarios y periódicos. La que por supuesto estaba allí, pero hasta el momento sólo la mirabas de reojo. La que teníais encima ya hace tiempo, pero esquivabais con mejor o peor acierto. Hasta que, de un coletazo, os hace saltar por los aires. Y, en una semana, se os acumulan las palabras que tanto temías, que si Expediente de Regulación de Empleo, que si prestación que si cierre, que si FOGASA... de momento, algunas de esas palabras son sólo hipótesis futuras, otras ya entran en acción el mes que viene. Abogados y oficinas de empleo en ciernes. Y como siempre que el suelo se tambalea bajo mis pies, que uno de mis pilares amenaza con quebrarse, mi cabeza se rompe y el aire se me escapa al respirar, se me pone el nudo en la garganta y la vista negra, negra, nubarrones impenetrables frente a los que la niebla da risa.

Se van lejos las pretensiones de estabilidad, las de reducir la química, quedan lejos ya. Tengo miedo, por qué ocultarlo. Estoy asustada como hace tiempo. Porque ya he contado muchas veces, mi estabilidad es muy precaria, me hacen falta mis pilares, entre los que por supuesto está mi trabajo. Y estoy muy asustada. No sabría si sería capaz de trabajar en otro sitio, con todos mis problemas, con los hándicaps con los que parto. Quizás son trabas que me invento yo sola, no lo sé, pero os prometo que si son obstáculos imaginarios aquellos con los que me cruzo, yo de verdad tropiezo con ellos, caigo de bruces al suelo y las heridas que me hago sangran en realidad... y duele, vaya si duele.

Así que aquí ando, temblorosa como un diente de león, esperando que no sople ni siquiera una brisa, consciente del poquito tiempo que le queda entero. Y el miedo, aun siendo un conocido de hace tiempo, no por ello me hago mejor a su companyía. Ains...