Expectativas
Nadie puede dejar de ser quien es para convertirse en lo que otros quieren que sea.
(El club de las malas madres
Lucía Etxebarría & Goyo Bustos)
Qué claro lo tenemos, qué fácil parece decirlo y, sin embargo, cuánto cuesta a veces encontrar ese camino que hacer nuestro. Porque las ganas de agradar a quienes nos rodean, especialmente a quienes queremos, siempre son más que poderosas; porque la presión del resto, de lo que están haciendo, de esa normalidad a la que nunca acabamos de llegar, nos pesa; porque a veces nosotros mismos no sabemos bien qué es lo que queremos y si ese deseo que nos surge es realmente nuestro o es un deseo impuesto desde fuera pero ya interiorizado.
Y sabemos que es cierta la frase que cito, que no podemos dejar de ser quienes somos para ser ese No-Yo que los demás desean o buscan en nuestro interior. Igual que funciona al revés, si te enamoras de un suenyo y no de la persona que tienes enfrente, esa relación tiene todas las papeletas de acabar mal, porque más tarde o más temprano le exigirás que se vaya pareciendo a tu suenyo, y cuando no lo consiga (porque él sólo es la persona que te llamó la atención, pero no ese Él con que suenyas, nadie coincide 100% con lo sonyado, los hombres o mujeres perfectas no existen)... cuando no lo consiga, vendrán la frustración y la rabia, así, de la mano. Y además te perderás las cosas buenas -aunque no sonyadas- que tenía ese él sin mayúscula, para ofrecerte.
Están las dos categorías. La de quienes quieren que la gente se amolde a lo que ellos esperan. Yo quiero que seas así, ve cambiando para parecerte a ese que yo veo en ti. Y la de quienes están perennemente buscando parecerse a lo que otros esperan de ellos. Quiero que me quieran, y será más fácil si me amoldo a lo que están buscando en mí. Yo me veo más reflejada en la segunda opción, y eso que, cada vez más, intento encontrar mi propio camino sin buscar las miradas de aprobación -o reprobatorias- de los que me rodean. Pero cuesta, cuesta... aunque no dejo de estar en el camino.
Y ayer, cuando en el autobús, leyendo "El club de las malas madres" me topé con la frase que encabeza este post, me quedé con ella, la subrayé y pensé en traerla por aquí. Porque tantas veces nos preocupamos de alcanzar las expectativas que otros tienen en nosotros, o tantas veces nos ocupamos de ir cambiando al otro para que se ajuste a nuestras expectativas... tiempo perdido, tanto lo uno como lo otro. Porque acabo como empecé: nadie puede dejar de ser quien es para convertirse en lo que otros quieren que sea. Lucía, Goyo, gracias por la frase. Nunca está de más recordarla...
7 Susurros:
yo hasta hace como 2 años empece a comprender bastante bien eso... y tambien bajo una afirmación quizas propia: "cada quien ya es lo que debe ser, solo debe aceptarse"...
cuando uno busca agradar al resto, esta perdiendo justamente la identidad..la presion es tal, que nos vemos obligados a amoldarnos a las exigencias del resto, o buscamos hallar el prototipo perfecto...no es facil ser uno mismo, y probablemente nunca lo sea, pero en el intento,en la aceptacion , esta la recompensa.
A veces renunciamos a nosotros mismos sin darnos cuenta, pero al final, nuestro ser luchará por acabar saliendo. El problema de esto es que tal vez cuando volvamos a ser nosotros mismos nos distanciemos de la persona que tenemos al lado. Un placer volver a leerte.
Obviamente, estoy de acuerdo contigo, :-)
Mks.
Nunca mas oportuno en mi vida regresar a leerte... No existe la casualidad... Y gracias por recordarme quien soy, cuando no estoy siendo si no mas de lo que debo ser... Al diablo las expectativas!! Si yo para ser feliz sólo me basta con darme libertad!!!!
Mis besos!
El reencuentro con el "yo".
El año pasado una conocida me decía que el libro de autoayuda que leía no paraba de recordarle que ella misma "era su propio Dios".
Y es que a veces resulta muy fácil olvidarse de uno mismo, de cómo nos imaginábamos que seríamos a los 20, a los 30, cuando teníamos 16 y toda la vida por delante.
ñ_ñ
"normal"
Qué vago es ese concepto...
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