Una autora que a veces parece tener un poco de mala prensa, y de la que sin embargo todo lo que he leído suyo me ha gustado, es Lucía Etxebarría. Sí, a mí me gusta cómo escribe, me parece siempre muy fluido, me gusta las historias que cuenta, y me resulta fácil identificarme con párrafos enteros. Creo que tengo media docena de libros suyos al menos (y no son demasiados los autores de los que tengo tantos libros, quizá Terry Pratchett, Neil Gaiman, Philip K. Dick y Amin Maalouf) y dos de ellos me los he leído en el último mes. Quería hablar del último de ellos, un pequenyo ensayo titulado "Ya no sufro por amor".
Me lo compré porque según vi en la contraportada, hablaba mucho de personas excesivamente dependientes, entre las que me incluyo, y con una autoestima no demasiado boyante, entre las que me vuelvo a incluir.
El libro me ha gustado, pero quizá no tanto como esperaba. O mejor dicho, sí me ha gustado bastante, pero no me he sentido tan identificada como pensé cuando me lo compré. Porque sí, habla mucho de mujeres cuya personalidad no dista mucho de la mía, demasiado dependientes, que se valoran en función de lo que piensen los demás y que tienen un miedo a la soledad que les hace danyo por anticipado, incluso cuando no están solas... pero liga mucho esos miedos y esa dependencia con relaciones sentimentales casi catastróficas en las que el otro miembro de la pareja aprovecha la dependencia de ella para llevarla a situaciones de abuso o incluso de maltrato. Habla también de situaciones en las que la persona dependiente, ansiosa, boicotea la relación cuando ésta va bien porque no cree merecerse ese bienestar. O de encadenar relaciones tormentosas, una tras otra, por ese excesivo miedo a la soledad.
Leyéndolo pensaba que sí, soy dependiente y mi autoestima no está por las nubes, pero, no sé si por suerte o porque escojo bien, no me he visto nunca en ese tipo de situaciones. Me he acercado a hombres que no sólo no se han aprovechado de mi dependencia para tenerme sometida o tratarme mal, sino que siempre han intentado ayudarme a ser algo más autónoma, descubrirme un poco de cielo para que volara por él con mis propias alas. Y creo que no boicoteo mis relaciones, cuando estoy feliz al lado de alguien tal vez no sepa si me lo merezco, pero tampoco me lo planteo, al fin y al cabo esa persona quiere estar conmigo y eso debe de ser porque de alguna manera yo también le hago feliz a él. Claro que he sufrido por amor (¿quién no?), pero más que por encadenar relaciones atormentadas, ha sido quizá por quedarme enganchada a alguna relación tiempo después de que se hubiera terminado.
Del libro me ha gustado especialmente alguna parte en la que desmitifica el amor de las películas o las canciones, ese amor eterno y desgarrado, lleno de angustia, en el que se da todo, hasta la propia vida, aunque sea a cambio de recibir unas migajas. El amor no es eso, dice Lucía, y estoy de acuerdo. Y el amor tampoco es depender del otro hasta ser incapaz de dar dos pasos seguidos sin ir de su mano, aunque a mí me cueste tanto dar esos dos pasos. Una frase del libro me gusta mucho:
Me quedo con esa frase. Y sonrío pensando en las personas que me han acompanyado a lo largo de mi camino, que me han intentado ensenyar a ser más Yo, autónoma, libre, feliz. Quizás, paso a paso, vaya consiguiéndolo.
[La imagen que encabeza este post es de una estatua de bronce que hay en un parque de Harbour Town (Carolina del Sur, Estados Unidos). El autor de la fotografía es Christopher BradShaw, pero no he conseguido saber quién hizo la escultura.]
Me lo compré porque según vi en la contraportada, hablaba mucho de personas excesivamente dependientes, entre las que me incluyo, y con una autoestima no demasiado boyante, entre las que me vuelvo a incluir.
El libro me ha gustado, pero quizá no tanto como esperaba. O mejor dicho, sí me ha gustado bastante, pero no me he sentido tan identificada como pensé cuando me lo compré. Porque sí, habla mucho de mujeres cuya personalidad no dista mucho de la mía, demasiado dependientes, que se valoran en función de lo que piensen los demás y que tienen un miedo a la soledad que les hace danyo por anticipado, incluso cuando no están solas... pero liga mucho esos miedos y esa dependencia con relaciones sentimentales casi catastróficas en las que el otro miembro de la pareja aprovecha la dependencia de ella para llevarla a situaciones de abuso o incluso de maltrato. Habla también de situaciones en las que la persona dependiente, ansiosa, boicotea la relación cuando ésta va bien porque no cree merecerse ese bienestar. O de encadenar relaciones tormentosas, una tras otra, por ese excesivo miedo a la soledad.
Leyéndolo pensaba que sí, soy dependiente y mi autoestima no está por las nubes, pero, no sé si por suerte o porque escojo bien, no me he visto nunca en ese tipo de situaciones. Me he acercado a hombres que no sólo no se han aprovechado de mi dependencia para tenerme sometida o tratarme mal, sino que siempre han intentado ayudarme a ser algo más autónoma, descubrirme un poco de cielo para que volara por él con mis propias alas. Y creo que no boicoteo mis relaciones, cuando estoy feliz al lado de alguien tal vez no sepa si me lo merezco, pero tampoco me lo planteo, al fin y al cabo esa persona quiere estar conmigo y eso debe de ser porque de alguna manera yo también le hago feliz a él. Claro que he sufrido por amor (¿quién no?), pero más que por encadenar relaciones atormentadas, ha sido quizá por quedarme enganchada a alguna relación tiempo después de que se hubiera terminado.
Del libro me ha gustado especialmente alguna parte en la que desmitifica el amor de las películas o las canciones, ese amor eterno y desgarrado, lleno de angustia, en el que se da todo, hasta la propia vida, aunque sea a cambio de recibir unas migajas. El amor no es eso, dice Lucía, y estoy de acuerdo. Y el amor tampoco es depender del otro hasta ser incapaz de dar dos pasos seguidos sin ir de su mano, aunque a mí me cueste tanto dar esos dos pasos. Una frase del libro me gusta mucho:
Cuando realmente se ama, el otro no es imprescindible, aunque sí muy importante; se puede existir sin él pero se prefiere hacerlo junto a él.Así, cuando queremos a alguien, cuando elegimos estar a su lado, debe ser una elección libre, porque nuestra vida es mejor junto a él, no porque no podamos estar solos o porque seamos incapaces de caminar si no es con él. Eso no es libertad (ni amor, ya de paso).
Me quedo con esa frase. Y sonrío pensando en las personas que me han acompanyado a lo largo de mi camino, que me han intentado ensenyar a ser más Yo, autónoma, libre, feliz. Quizás, paso a paso, vaya consiguiéndolo.
[La imagen que encabeza este post es de una estatua de bronce que hay en un parque de Harbour Town (Carolina del Sur, Estados Unidos). El autor de la fotografía es Christopher BradShaw, pero no he conseguido saber quién hizo la escultura.]
Me encantó todo lo que escribiste..es muy sincero y abierto. Y también me identifico pues soy mujer y también he experimentado cosas parecidas. Justamente en estos momentos estoy en un proceso de renovación de mí misma, espero conseguirlo.
ResponderEliminarCoincido, y de hecho mucho de los pesares que he cometido y sufrido, valga la pena mencionar, son consecuencia directa de la mala influencia de las canciones cortavenas y peliculas romanticas exageradas. Me ha gustado el texto. Buena nota.
ResponderEliminarVaya, coincidimos bastante con autores menos con Amin Maaaloquesea, que ni me suenta.
ResponderEliminarVoy a investigar. ;)
No somos los responsables de la felicidad de nadie, así como nadie es responsable de la nuestra. Muy acertado lo que expones en tu post. Me quedo con la reflexión, ya que no he leído el libro.
ResponderEliminarYo soy una de esas personas que desde niña intentó ser complaciente y agradar porque creía que así la querrían más. Siempre me sentí poco querida por mi entorno, pero he descubierto que tan solo era un reflejo de lo que yo sentía hacia mí misma.
Por suerte hace tiempo que eso ha cambiado, aunque todavía queda camino por recorrer.
Inteligente, emotiva, curiosa, observadora y reflexiva ninya de ojos verdes. Arriba esa autoestima!
Besos
No es que tenga mala prensa, es que se beneficia del plagio como nadie.
ResponderEliminarNo puedo con lo que hace esta mujer :S
Sobre lo que comentas, estoy de acuerdo. Las personas tenemos que ser autónomas aunque luego queramos compartir parte de nuestro tiempo con otras. :)
Un besito!
:-)
ResponderEliminarMe viene que ni pintada la frase (y el post), reina, :-)
Gracias.
Mks.
A mi tambien me gusta mucho Lucia y me causa gracia que provoque tantos sentimientos encontrados. Despues de todo ningun escritor es original, nadie lo somos de hecho, bien dice una frase :"Nacemos originales y morimos siendo copias"
ResponderEliminarMe he identificado mucho con lo que escribes porque tambien siento que se me complica enconrtar el punto medio en una relacion, una relacion sana sin codependencia, pero bien dicen por ahi que es como el movimiento de un pendulo giras de un lado al otro el chiste consiste en mantenerte en equilibrio.
Mi autor favorito de estos temas Walter Riso, asi como tu, tengo muchos de sus libros en fila, y me causa mucha risa como toma estos temas con humor, es como mi terapeuta de cabecera. Te recomiendo "Ama y no sufras" http://www.walter-riso.com/ se parece un poco al que mencionas pero da buenos tips.
Creo que la base esta en arriesgarse e intentarlo, para eso estamos aqui, para intentar las cosas dificiles muchas veces.
Un beso.
A mí es una escritora que no me acaba de gustar, habiendo leído tres de sus novelas.
ResponderEliminarSí me gustó "Un milagro en equilibrio" que parece ser que es bastante autobiográfico.
Me la encuentro a veces por la calle, es vecina mía, y es bastante peculiar la amiga Lucía XD
Hola, Gacela! Encantada de pasar por tu rincón de nuevo.
ResponderEliminarDejo a un lado mi opinión sobre Lucía E. porque no me gusta y no viene al caso. Ni siquiera lo que plasma ese párrafo es original.
Me quedo con la reflexión sobre el tema del amor, la autoestima, la dependencia y como eso nos hace sentir.
Es increíble el numero de mujeres cultas, inteligentes, sensibles, buenas que se sienten como un trapo ( entre las que me incluyo con todo el lote) a veces por haber sido vapuleadas por un majadero, o por culpa de una extremada autoexigencia, o por una estricta educación.
La dependencia, sea de lo que sea, nunca es buena. Pero cuesta tanto dar un paso cuando falla la seguridad.
En días sombríos me quedo con lo que dices: si alguien está contigo es porque de alguna forma, le haces feliz. Cuánto necesito creerme eso ahora!