El otro día estuve en tu barrio. Fue raro recorrer unas calles que no pisaba desde hace... ¿once anyos? Vivías tan apartado que no conocí ese barrio hasta conocerte a ti, y desde que nos separamos tampoco había vuelto a pisar esa zona de la ciudad. Y ahora, en ese barrio que fue tuyo, que hicimos también un poco nuestro, ha cambiado todo tanto... quizás tanto como tú y yo. Ahora hay Metro, hay cines, está mejor comunicado (no tendríamos que estar pendientes de ese último autobús). Sigue siendo reconocible, los edificios en círculos como colmenas, placitas a uno y otro lado... pero alrededor todo ha dado un giro enorme. Ya ves, así, anyo a anyo hasta once, ha pasado todo este tiempo.
Recuerdo cuando dejamos de estar juntos, de compartir el camino. Los gritos, los helados tirados al suelo de un manotazo, las malas caras y peores palabras, el danyo que esos ojos helados hacían. Y aún así, cómo me empenyé en no romper lazos, en seguir manteniendo algún puente, contacto, llamadas con silencios forzados.
Y bueno, de alguna manera sí lo conseguí mientras me esforcé en ello. Terminamos hablando de cuando en cuando, aunque cada vez teníamos menos cosas en común. El dolor quedó atrás, pero también quedó atrás la complicidad. Y nos distanciamos, alguna llamada alguna vez... y ahora, once anyos más tarde, me doy cuenta de que hace demasiado tiempo que no sé de ti. Me da pena, porque me quedé con lo bueno de la relación y ahora, ya ves, pienso en ti y sonrío. Claro que pienso en la persona que quise, que probablemente ya no es la que eres ahora. Pienso en un Tú con los rizos cayéndole sobre los hombros -y no el pelo al uno como la última vez que nos vimos-, aquel Tú del "Aún queda un sitio si me quieres acompanyar" de Barricada, un Tú que me ensenyó las primeras palabras en euskera y que hacía pintadas en las paredes... y recuerdo que en una de nuestras últimas conversaciones me contabas cómo querías hacerte policía nacional. Ay... cómo cambiamos. Yo me enamoré de ese Tú rebelde de la adolescencia y finalmente tu padre pudo más... pero ya no importa. Tú ya no serás el mismo y probablemente yo ya tampoco lo sea.
Y escribo esto como escribí aquel otro post hace algunos anyos en este mismo blog, aquel de "Colocando recuerdos". Supongo que es normal volver atrás cada cierto tiempo, dedicar una tarde o varias o una semana entera a bucear en el pasado y salir de esos viajes un poco más melancólica de lo normal. Más aún si, como yo, eres de las que romper lazos le cuesta un mundo y cuando lo hace nunca se desliga del todo. Pero creo que de seguir ligada a alguien, sería a un Tú que ya no existe, ya no le puedo pedir que exista. Así que habrá que guardar de nuevo los recuerdos y esta melancolía en una cajita... la nostalgia es húmeda y hoy ya ha llovido bastante.
Sabes tocar bien hondo.....Un beso.
ResponderEliminarSe podría decir que acabo de leer lo que me paso hace casi una semana.
ResponderEliminarPor supuesto habría pequeños cambios, lugares diferentes, y 3 años en lugar de once, pero casi lo mismo.
Supongo, que de vez en cuando se puede mirar atrás.
La melancolía de las relaciones de la juventud... sí, yo también sé lo que es.
ResponderEliminarTe das cuenta de que has crecido cuando te percatas de lo que has perdido y lo que has dejado de ser para descubrir lo que eres.
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