Me da un poco de vergüenza cuando mes tras mes desde hace demasiado el inicio de cada post que consigo hacer es que sigo encontrándome muy en crisis; que apenas puedo escribir ni leer ni revisar después lo que escribo y blablablá. Pero necesito volver a ponerlo, a modo de disculpa, o de justificación o de algo. También a veces para rescatar por qué cosas aparentemente poco importantes para mí lo son mucho.
Hace unas semanas, el 31 de marzo, fui al teatro con varias personas queridas, una de ellas que además de querer ver la obra, iba en el rol de persona de apoyo, porque aún no puedo salir a la calle sola y porque muchas veces me siento confusa y necesito esa persona que me ayude si quiero poder hacer alguna actividad.
No había ido al teatro desde mucho atrás. Una razón es que no puedo prever con antelación cómo estaré varios días después, así que prefiero no hacer planes que luego tengo muy a menudo que anular porque ese día me encuentro muy mal y no puedo salir de casa (muchas veces, ni de la cama); especialmente si estos planes cuestan dinero.
Esa semana me sentí fuerte el sábado, que es cuando a mi grupo de acompañamiento intensivo en la crisis les digo las necesidades de acompañamiento que tendré en esa semana siguiente; y puse como opcional que si alguien me acompañara y quisiera ver la obra y si me encontrase fuerte para ir el sábado, querría ver esta obra de teatro, Mujeres que corren con los lobos. Tres "y si...", pero los tres se dieron, y sacamos cuatro entradas justo para el día del estreno. Aún hasta el mismo día no sabía si podría ir, pero tenía muchas ganas de poder, y sí que pude.
Y la obra en sí. No sé si conocéis el libro con el mismo título, Mujeres que corren con los lobos, de Clarissa Pinkola Estés. Yo lo leí hace muchos muchos años y lo tenía muy borroso en la memoria. Buen recuerdo pero borroso e indefinido. Hay mujeres que lo reivindican mucho, desde el feminismo o desde la conexión con la mujer salvaje interior, o desde el concepto feminista de manada. No fue mucho mi caso, solo era eso un buen recuerdo indefinido.
La obra. La obra me pareció una maravilla. Recupera cuatro de los cuentos que también se recuperan y analizan en el libro, reconectándolos con las mujeres que hay en los cuentos con los que crecemos y en nosotras mismas. La obra trae a escena cuatro de esos cuentos con unos intervalos entre ellos que están perfectamente introducidos para no pasar de un cuento a otro sin sentido. Los cuentos son "Las zapatillas rojas", "La vendedora de fósforos", "Barba Azul" y "La mujer esqueleto". No voy a contar aquí los cuentos porque los conoceréis o podréis buscarlos, pero quiero rescatar algunas sensaciones que tuve.
Yo no soy crítica de teatro (ni de nada), ni tengo formación para ello, ni sé qué se considera "oficialmente" ser una buena obra, ser una buena actriz. Pero sí sé que me alegré infinitamente de poder ver la obra, de haber podido ir y disfrutarla aunque a veces fuera con los ojos empañados o lágrimas literalmente rodando mejillas abajo, y sé que ellas me transmitieron muchísimas emociones, que me envolví totalmente en lo que contaban, que todo era tan verosímil y emocionante...
Sé que cuando la chica de las zapatillas rojas que había hecho ella misma con tanto mimo y eran su posesión más preciada, vio que su supuesta "cuidadora" las había lanzado al fuego sentí su dolor y la traición (quizá otras personas que dicen que ops, no se distingue coerción de cuidados fácilmente, en esas plantas de paredes blancas y mesas verdes que yo intento evitar porque yo a lo mejor pese a mi cabecita loca, sí distingo cuando me maltratan de cuando me cuidan, no sintieran ese dolor, si "lo hacía por su bien", que estaban viejas y rotas).
Sé que cuando la vendedora de fósforos estaba intentando que alguien le diera una moneda mientras nadie se paraba o quien lo hacía era para burlarse, yo sentía su frío, quise buscar en mi bolso y levantarme para dárselas yo misma, dos euros, tres, cinco, "¿cuánto necesitas para dormir caliente?" Y sí, sabía que era una obra de teatro, pero quizá cosas se me mezclan y unos meses atrás nos habían hablado en un curso del teatro foro en el que el público interviene, y sé que deseé que fuera un espectáculo así (y hasta pregunté a mi acompañante si seguro seguro que no era el caso) para poder levantarme y darle lo que necesitara y por favor, no sufriera así, no tuviera frío, pudiera descansar calentita con alguien acariciándole el pelo o leyéndole un cuento. Yo tengo suerte, y cuando me encuentro mal y no hay frío dentro pero sí un frío raro fuera, de ese como el hielo que es frío y quema y daña a la vez, tengo gente que me acaricia la mano o el pelo y me cuenta un cuento hasta que me duermo con menos daño dentro y el hielo deshaciéndose un poquito, porque me llega el calor. Ella tenía solo cerillas y a cada momento menos. Yo tenía lágrimas.
También sé que cuando la chica de Barba Azul nos contaba feliz que era el día más importante de su vida, que iba a casarse y lo feliz que iban a ser juntos, mientras en la escena la iban encerrando dentro de una red, enredando dentro de su futuro encierro... yo negaba con la cabeza y le susurré a una de mis amigas "pero la están encerrando, la están encerrando", y hubiera querido avisarla. Y que mi amiga me dijo "bueno, no, solo tiene que quitarse la corona de flores que lleva en el pelo y ya no estará encerrada, porque la red empieza y acaba allí, a ella no la toca realmente"; pero yo ya sabía que no, que algo pasaría y en efecto fue el marido quien la abrazó y le quitó él la corona de flores hacia el lado opuesto a hacerla libre, de forma que ella quedara dentro de la red. Y que cuando más tarde ella es consciente del encierro y empieza a quitar y quitar red, yo quería levantarme para ayudarla porque dos iríamos más rápido, porque el miedo suyo de "y si no me da tiempo, y si se despierta, y si me descubre, y si..." también me llegaban y UF, cómo no lanzarte a ayudar en esa situación incluso si aunque no os diera tiempo siendo dos, y se despertase, y nos descubriese, hubiera que asumir juntas las consecuencias. Pero qué difícil ver esa angustia y quedarse quieta en una silla tres filas más allá.
La última historia, la de la mujer-esqueleto, la recuerdo menos. Me pasa a veces, se me borran trocitos de los días, no sé si por medicaciones (que no creo porque ahora son bajitas-bajitas), o porque mi cabeza necesita desconectar a ratos porque tiene también mucho daño pasado recordándose continuamente y muchas frases dañinas que vuelven y rebotan, aunque en los tres primeros cuentos pudieran estar todas más en un segundo plano. Pero recuerdo una música, que tocaban música y cantaban. Me gustaría recordar más. Pero no importa mucho, ya fue una experiencia muy muy bonita poder ir aunque sea esto lo que pueda traer hoy al blog solo.
Bueno, no solo. Como me sentí muy emocionada, al acabar pregunté si se podría hablar con las actrices cuando salieran. Y resultó que era el día del estreno, que yo no lo sabía, y precisamente salieron muy prontito porque habían ido a verlas bastantes amigos y familiares. Yo tampoco quise molestarlas pero sí interrumpí a dos de ellas para decirles un poquito las sensaciones tan positivas de haber estado allí y haberlas visto, y que me encantó disfrutar de ese rato de alguna manera compartido no solo con las tres chicas con las que fui, sino con ellas.
Y hasta aquí. Como os digo, no puedo revisar el texto, ya escribir esto me ha resultado difícil y ahora estoy muy cansadita. Pero bueno, creo que hace poco titulé otro post algo parecido a "las cabezas emborronadas no sabemos titular", y hoy titular he titulado pero las cabezas emborronadas no sabemos corregir. Tampoco importa (espero / me digo). El jueves dije por ahí que mostrar vulnerabilidad puede ser también un acto político; y me agarro un poquito a ello también aquí para permitirme escribir con menor autoexigencia y sin estar al 100% (¡ni al 60 ni al 45!)
[El final del título de este post alude a otra reseña que hice hace ya un año, no de teatro sino de una peli, Locas de Alegría, y que tampoco era ni pretendía ni hubiera podido ser nada académica. La obra de teatro de la que hablo es una producción de la compañía Up-a-three theatre; y en esta obra concreta gran parte de las personas implicadas son mujeres, desde la directora y guionista (que es además una de las actrices y de las músicas), las otras tres actrices, la otra música... Aquí tenéis algo más de info, ojalá la obra tenga mucho más recorrido y espectadores y espectadoras que puedan disfrutarla mucho]
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