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domingo, julio 21, 2019

Teatro VI: Recorriendo huellas (...abriendo caminos)

Cartel de la obra "Recorriendo Huellas"

En este verano se me hacen algo más difíciles los días por el enorme calor y por cómo siente mi cuerpo la temperatura tras el proceso de desmedicalización que hice. También creo que suma que (quizá) esté escuchando más (¿mejor?) a mi cuerpo, que ahora se mueve mejor / peor / nada en absoluto... en función de sus sensaciones y fuerzas. Pongo el "mejor" entre comillas porque no sé aún si esta nueva escucha pelín forzosa es para mejor o peor, porque me obliga al descanso pero a la vez la siento a veces muy limitante porque realmente los problemas de movilidad me impiden muchas veces actividades.

Volví a final de junio de un viaje bonito sobre el que ojalá pueda dejar también escrito, porque conozco esta memoria en la que todo se me escapa y no querría que se escaparan esos días de la que los tres que fuimos llamamos Ruta del Norte. Llegamos de San Sebastián a Madrid el día que entraba una ola de calor que nos hizo subir quince grados de temperatura, de los agradables veintitantos allí a los cuarenta en el asfalto madrileño, El Infierno en la Tierra. Y esa primera semana de regreso apenas pude moverme o salir, me sentí enjaulada en mi casa delante del aire (aunque siempre podría ser peor, podría no tener aire, claro, reconozco claramente que estos son unos #ProblemasDelPrimerMundo totales, y seguramente de bastante privilegio dentro de esa caja ya privilegiada).

Quizá por esa sensación previa de encierro que pude romper el jueves que fuimos a ver esta obra de teatro al centro social de mi barrio, también la disfruté mucho más. O quizá no, quizá disfrutarla tanto fue porque era un trabajo precioso, sin más.

Placa en el edificio de la Residencia de Señoritas

La obra que se representó fue "Recorriendo huellas". Se trata de un trabajo de teatro comunitario realizado por vecinas del barrio dentro del proyecto Mosaicos, que contaba (ojalá cuente en un futuro) con apoyo del Ayuntamiento para realizarse en cinco distritos madrileños. En Chamberí este había sido el segundo año del taller de teatro gratuito para las vecinas, que se había estado haciendo semanalmente en la Casa de la Cultura y Participación Ciudadana, el centro social donde también vi la representación. [Del curso anterior había salido otra obra diferente, Chamberí Móvil, que no llegué a ver].

La obra se inicia contando parte de la Historia de la Residencia de Señoritas, cuya sede estuvo ubicada en Chamberí. Se trataba de la primera institución que fomentaba la formación universitaria para mujeres en una época en la que tener esa formación sin ser hombre era muy complicado (actualmente yo veo también una grave exclusión de la universidad asociada esta vez a los recursos económicos, ya que muchas familias no pueden permitirse la educación universitaria por el aumento de la precariedad a la vez que aumenta también el coste económico de la universidad pública y se endurecen los requisitos para unas becas cada vez más recortadas). En la Residencia de Señoritas fue donde se formaron muchas de las mujeres que tuvieron papeles de protagonismo o cierta influencia en nuestro país, hasta su cierre tras el Golpe de Estado del 36 que dio comienzo a la Guerra Civil y a un periodo de oscuridad y pérdida de derechos y libertades que, aunque golpeó a hombres y mujeres, se cebaría con ellas especialmente, y se extendería durante toda la dictadura.

Lo que más me gustó no fue tanto este punto inicial, que también, sino que a partir de ahí recupera las memorias de distintas mujeres, de perfiles variados pero que comparten el anonimato, y que habitan o habitaron nuestro barrio (y que esto lo pudiera hacer también un grupo de vecinas diversas entre ellas, de distintas edades y procedencias, con lo difícil que es a veces que en los grupos se den esa mezcla enriquecedora a pesar de que se hagan convocatorias abiertas). Nos contaron al inicio que durante el proceso de construcción de la obra desde el taller de teatro entraron en contacto con Geros, un proyecto comunitario del barrio que trabaja con personas mayores, y que desde ahí tuvieron muchas conversaciones con vecinas que les querían contar sus historias de muchos años atrás. En la obra se entrelazan esas memorias de mujeres diversas con las propias historias de las actrices protagonistas (y mantiene el telón de fondo de las mujeres -estas sí, con nombre ¡y hasta renombre!- que estudiaron, impartieron clases o hicieron alguna actividad en la Residencia de Señoritas).

Uno de los momentos de la representación

Así, a la manera del nombre del propio proyecto más amplio de teatro en los distintos distritos, Mosaicos, la obra construye un mosaico precioso y emocionante de historias entrelazadas de mujeres diversas del pasado y el presente del barrio, de nuestra Historia compartida y demasiadas veces silenciada y olvidada más consciente o más inconscientemente. Se mezclan la visita de Marie Curie a la Residencia con la historia de vida de la azafata de avión que sabía inglés en los años setenta; las mujeres que hoy apretamos el paso en la calle si un hombre va demasiado cerca tras nosotras cuando volvemos a casa por la noche con la nana que le cantaba ayer la mamá de la mujer migrante mientras ella se la canta hoy en día a otro bebé en alguna plaza del barrio; la mujer que dejó de estudiar porque su padre le negó los apoyos necesarios y su madre no supo defenderla con las historias de Las Sinsombrero y las de otras mujeres más privilegiadas que sí pudieron tener la formación que se impartía en la Residencia de Señoritas, entonces tan minoritaria...

Me sabe mal no haber podido ponerme antes a escribir sobre la obra porque ahora mientras tecleo ya siento que llego tarde a mis propios recuerdos y se me hacen jirones en la memoria (qué pronto me pasa esto siempre si no lo registro por escrito, AY), y me cuesta transmitir o recordar exactamente escenas. Pero sí guardo más nítidas las sensaciones: la de irme agradecida, la de que ojalá tuviera más representaciones que esta de julio y  la previa en el Centro Cultural; la sensación de emocionarme, de alegrarme tanto de ese día sí haber podido ir y estar allí; el recuerdo de que se me empañaron los ojos y también me reí y le daba golpecitos a mi chico en la pierna en algún momento de la propia emoción de estar y verlas o, aún sin tener un vínculo personal con ninguna de las vecinas-en-ese-momento-actrices; la certeza de ser este un proyecto necesario; el deseo de que se mantenga el curso próximo independientemente del cambio en el gobierno municipal.

Otro momento durante la representación teatral
A la obra resultado de este precioso trabajo colectivo la han llamado "Recorriendo huellas". Para mí deja claro que buscar y recorrer huellas es también forma de abrir caminos y seguir andando juntas, tejiendo redes, construyendo apoyo mutuo, haciendo barrio, creando comunidad. En esas seguimos siempre que dan para ello las fuerzas :-)


Las dos primeras imágenes han sido sacadas de Internet: la primera de la web del Proyecto Mosaicos y la segunda del blog ArteDeMadrid.wordpress.com Las dos últimas fotografías son mías, hechas durante la representación de la obra a la que pude asistir el 4 de julio (sé que soy una fotógrafa regulera, pero me apetecía incluir también una pequeña mirada gráfica propia)].

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