Cuando la vida me da dentelladas, en la angustia grande yo misma las replico en mi mano: me muerdo con rabia mi frustración, mi daño, la lengua, la carne. Soy así de
loca
tonta
sentida
visceral
dramática
sensible
dañada
límite
feroz
No es mi semana. Por suerte, habrá más. Otras. En algún lado. Por ahí.
Cualquiera de estas semanas, cualquier lunes, seguro que me la cruzo. Una de esas semanas cálidas y amables en las que sentir fuerte los vínculos, sin dudas y nieblas y miedos e inseguridades y desconfianzas que me anidan dentro. Una de esas semanas de saberme sumando a cambios necesarios, sentirme útil, apreciada, de poder permitirme sentirme orgullosa de mí y no parásitos, carga eterna, culpaculpaculpa. Si seguro que está aquí al lado, a la vuelta de cualquier finde, una de esas semanas que creo que llegaron a existir, esas en las que la calma no hay que buscarla debajo de las piedras, no hay moratones ni pastillas extra ni gifs para respirar mejor. Una de esas semanas (¿serán leyenda, serán reales?) en las que no hace falta encontrar abogados ni pensar cómo pagarles ni buscar psiquiatras afines que no pisoteen los derechos de las personas que atiendan, ni llamar a teléfonos de plantas de psiquiatría donde siguen encerrando a compañeras con las que se niegan a pasarnos, ni pensar estrategias para afrontar consultas médicas que deberían ser apoyo y lejos de eso son amenazas, ni pelearse para recuperar la beca perdida de una compa, las horas extra impagadas de otra, conseguir que el SEPE responda, que algún derecho laboral -¡milagro!- se cumpla. Una de esas semanas en las que no toca buscar qué delito es que la casera le corte agua y luz a alguien que, como se quedó sin curro en el Estado de alarma, ya ha acabado cualquier ahorro que pudiera tener y no puede seguir pagando el alquiler del cuchitril donde vive, que tampoco nunca tuvo un precio razonable para su tamaño o condiciones.
Cualquiera de estas semanas toca la semana luminosa, cálida, calmada, suave y sin terremotos ni explosiones de edificios ni plaga de ratas trepadoras ni duelos ni amigas asustadas ni mudanzas ni despidos ni juicios ni correos ni tweets ni deemes inflamados ni lunes ni martes ni miércoles ni jueves ni viernes ni sábados ni domingos de mierda.
Cualquiera de estas semanas, porque el nivel de angustia, frustración, desborde y rabia empieza a ser complicado de sostener. O empezó a serlo, ¿cuándo? Mmm... creo que fue... cualquiera de estas semanas.
Cualquiera de estas semanas, cualquier lunes, seguro que me la cruzo. Una de esas semanas cálidas y amables en las que sentir fuerte los vínculos, sin dudas y nieblas y miedos e inseguridades y desconfianzas que me anidan dentro. Una de esas semanas de saberme sumando a cambios necesarios, sentirme útil, apreciada, de poder permitirme sentirme orgullosa de mí y no parásitos, carga eterna, culpaculpaculpa. Si seguro que está aquí al lado, a la vuelta de cualquier finde, una de esas semanas que creo que llegaron a existir, esas en las que la calma no hay que buscarla debajo de las piedras, no hay moratones ni pastillas extra ni gifs para respirar mejor. Una de esas semanas (¿serán leyenda, serán reales?) en las que no hace falta encontrar abogados ni pensar cómo pagarles ni buscar psiquiatras afines que no pisoteen los derechos de las personas que atiendan, ni llamar a teléfonos de plantas de psiquiatría donde siguen encerrando a compañeras con las que se niegan a pasarnos, ni pensar estrategias para afrontar consultas médicas que deberían ser apoyo y lejos de eso son amenazas, ni pelearse para recuperar la beca perdida de una compa, las horas extra impagadas de otra, conseguir que el SEPE responda, que algún derecho laboral -¡milagro!- se cumpla. Una de esas semanas en las que no toca buscar qué delito es que la casera le corte agua y luz a alguien que, como se quedó sin curro en el Estado de alarma, ya ha acabado cualquier ahorro que pudiera tener y no puede seguir pagando el alquiler del cuchitril donde vive, que tampoco nunca tuvo un precio razonable para su tamaño o condiciones.
Cualquiera de estas semanas toca la semana luminosa, cálida, calmada, suave y sin terremotos ni explosiones de edificios ni plaga de ratas trepadoras ni duelos ni amigas asustadas ni mudanzas ni despidos ni juicios ni correos ni tweets ni deemes inflamados ni lunes ni martes ni miércoles ni jueves ni viernes ni sábados ni domingos de mierda.
Cualquiera de estas semanas, porque el nivel de angustia, frustración, desborde y rabia empieza a ser complicado de sostener. O empezó a serlo, ¿cuándo? Mmm... creo que fue... cualquiera de estas semanas.
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