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lunes, marzo 04, 2024

De insomnios y otras trampas

Imagen del mini relato experimento en una noche de insomnio. Encima del texto, una figura humana, pequeña, quizá un niño o niña o niñe que parece estar hecho de cielo, con nubes y estrellas en su interior, flota (quizá inerte, quizá volando) sobre el escrito, que dice:

4 a.m. Debo dormir. 

Cuando apago la luz, cierro el  libro, desconecto el móvil y me dispongo
a estar conmigo ese rato mediano o largo hasta que el sueño llegue,
se me adelanta la culpa, la vergüenza, la rabia, el enfado.

El cansancio acaba llamando también a la puerta pero apenas cabemos ya.
Las ganas de morir entran en tromba y hacen suya mi madrugada.
Así estamos otra vez, en este bucle tan infinito como mi inmortalidad.
Todo duele demasiado, ¿y qué? ¿Para qué? ¿No hay más opciones?

Un pensamiento insidioso y dañino gana terreno dentro de mi:
Todo consiste en joderte y seguir,
paso a paso, insomnio a insomnio.
Tuviste mala suerte. Ya está.

(Las torturas podrán prescribir legalmente,
pero ni caducan ni se olvidan).

No me conformo, debe haber algo más.
Me mantengo despierta por si en los primeros piares saludando al alba
encontrase alguna pista a los gorriones matutinos. 
Ellos sí son de fiar. Ya me susurran al oído..., ¿qué decís, pichones?

______________________

5h41min.
Sigo despierta.
Quiero morir.
FenomeMAL todo.

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