Sean las que sean, siempre son demasiadas. Y la mayoría, innecesarias. Pero hay personas, a veces incluso familias enteras, que tiran más de ellas, que las utilizan con mayor frecuencia, que tienen miles de temás-tabú sobre los que no hablan y sobre los que tejen una red de mentiras, una manta entera de retales falsos para tapar la verdad o verdades sobre las que nunca se habla. Y así, enterrada, se acaba perdiendo en el fondo del río.
Ya de adolescente me harté de tanto tabú, tanta manta que ocultaba verdades. Porque entonces no podía decir lo que me pasaba y la mitad de mi vida era puro invento. Primero, que sí, que seguía estudiando -los exámenes bien, gracias- aunque me había visto obligada a dejar el instituto meses atrás. Luego, cuando fue insostenible, que sí, que había dejado el instituto pero para meterme en una especie de academia de teatro y manualidades, cuando aquello recibía el nombre de terapia ocupacional y era una más de las muchas sesiones de terapias diversas a las que asistía diariamente. Y de nuevo, cuando fue insostenible, maquillamos los diagnósticos, algo que en mi familia se lleva haciendo desde que tengo uso de razón. Siempre, para no preocupar, porque qué faena y qué falta hace que se disgusten así.
No lo entendí entonces, no lo entiendo ahora. Porque cuando disfrazan quién soy continuamente, para no disgustar a los demás, el mensaje que me transmiten es que no soy digna de que me aprecien por mí misma, de que si la gente sabe quién soy, qué hago... se disgustará. Siempre, haga lo que haga. Y ese mensaje es totalmente destructivo para cualquier autoestima.
Y en estos días, vuelve la rueda de molino a caer, llevando el mismo agua. Recientemente, ya lo traje por el blog, perdí mi trabajo, cerró la empresa, pasé a ser una más en la larga lista de parados. Me convenzo a mí misma cada día -o eso intento- de que no es el fin del mundo y de que, aunque me cueste, acabaré encontrando un trabajo en el que me sienta integrada y que, con suerte, me gustará al menos la mitad de lo que me gustaba el que se terminó. Intento que el tener tiempo libre no me pese, y busco actividades para hacer -y las encuentro, estoy aprendiendo cosas nuevas-. Pero de nuevo, jarro de agua fría. Resulta que descubro que hay quien piensa que es mejor callar, mentir, no decir nada sobre esta pérdida de trabajo porque, como tantas veces, para qué disgustarla, no vale la pena, es mejor que piense... Estupendo. Es mejor que yo me sienta (aún más) fracasada, teniendo que mentir a mi propia familia porque si saben de mi situación -que, copón, dramática no es- van a disgustarse. Es mejor pasar el trago inventándome que la empresa va bien, no, no nos falta trabajo, aunque sí, han despedido a algunas personas... a decir que es una etapa que ha acabado y estoy buscando la siguiente.
Pero no. Qué disgusto, por favor. Gacelita sin trabajo, drama y dolor, qué va a ser de ella. Supongo que será porque soy inútil y no dan un duro por mí. O porque, una vez más, no alcanzo a cumplir las expectativas que tienen sobre mí, y por eso es mejor, de nuevo, taparme con una manta, enterrarme en el río, y mientras tanto, hablar de una Gacela que no existe, que no soy yo. Y ocultarme bajo la pesada red de mentiras que tan rápidamente se teje en esta familia, pero que, sorprendentemente, en vez de calor da un frío que se mete en los huesos...
Aunque esta vez no va a ser igual. Porque me canso de mentiras, porque yo no soy así y no tengo por qué cargar sobre mi espalda más peso del que me corresponde -que creo que es ya bastante-. Así que perdonadme: fuera la careta, no hay más máscaras, esta soy yo, siento el disgusto.
Ya de adolescente me harté de tanto tabú, tanta manta que ocultaba verdades. Porque entonces no podía decir lo que me pasaba y la mitad de mi vida era puro invento. Primero, que sí, que seguía estudiando -los exámenes bien, gracias- aunque me había visto obligada a dejar el instituto meses atrás. Luego, cuando fue insostenible, que sí, que había dejado el instituto pero para meterme en una especie de academia de teatro y manualidades, cuando aquello recibía el nombre de terapia ocupacional y era una más de las muchas sesiones de terapias diversas a las que asistía diariamente. Y de nuevo, cuando fue insostenible, maquillamos los diagnósticos, algo que en mi familia se lleva haciendo desde que tengo uso de razón. Siempre, para no preocupar, porque qué faena y qué falta hace que se disgusten así.
No lo entendí entonces, no lo entiendo ahora. Porque cuando disfrazan quién soy continuamente, para no disgustar a los demás, el mensaje que me transmiten es que no soy digna de que me aprecien por mí misma, de que si la gente sabe quién soy, qué hago... se disgustará. Siempre, haga lo que haga. Y ese mensaje es totalmente destructivo para cualquier autoestima.
Y en estos días, vuelve la rueda de molino a caer, llevando el mismo agua. Recientemente, ya lo traje por el blog, perdí mi trabajo, cerró la empresa, pasé a ser una más en la larga lista de parados. Me convenzo a mí misma cada día -o eso intento- de que no es el fin del mundo y de que, aunque me cueste, acabaré encontrando un trabajo en el que me sienta integrada y que, con suerte, me gustará al menos la mitad de lo que me gustaba el que se terminó. Intento que el tener tiempo libre no me pese, y busco actividades para hacer -y las encuentro, estoy aprendiendo cosas nuevas-. Pero de nuevo, jarro de agua fría. Resulta que descubro que hay quien piensa que es mejor callar, mentir, no decir nada sobre esta pérdida de trabajo porque, como tantas veces, para qué disgustarla, no vale la pena, es mejor que piense... Estupendo. Es mejor que yo me sienta (aún más) fracasada, teniendo que mentir a mi propia familia porque si saben de mi situación -que, copón, dramática no es- van a disgustarse. Es mejor pasar el trago inventándome que la empresa va bien, no, no nos falta trabajo, aunque sí, han despedido a algunas personas... a decir que es una etapa que ha acabado y estoy buscando la siguiente.
Pero no. Qué disgusto, por favor. Gacelita sin trabajo, drama y dolor, qué va a ser de ella. Supongo que será porque soy inútil y no dan un duro por mí. O porque, una vez más, no alcanzo a cumplir las expectativas que tienen sobre mí, y por eso es mejor, de nuevo, taparme con una manta, enterrarme en el río, y mientras tanto, hablar de una Gacela que no existe, que no soy yo. Y ocultarme bajo la pesada red de mentiras que tan rápidamente se teje en esta familia, pero que, sorprendentemente, en vez de calor da un frío que se mete en los huesos...
Aunque esta vez no va a ser igual. Porque me canso de mentiras, porque yo no soy así y no tengo por qué cargar sobre mi espalda más peso del que me corresponde -que creo que es ya bastante-. Así que perdonadme: fuera la careta, no hay más máscaras, esta soy yo, siento el disgusto.
sé por lo que estás pasando y es así justamente como lo describes, nos hacen sentir unos inútiles pero no debemos caer en la trampa y creer k lo somos, valemos mucho nena!
ResponderEliminarGenial tu decisión... La verdad es que todos hemos pasado por la tapadera... Tapar, tapar y ocultar... Yo hace tiempo que me quité el lastre... Y me prometí nunca más mentir, ser sincera con todo ser viviente que se cruce por mi camino... aunque por supuesto que la sinceridad es algo duro de llevar, de decir e incluso es muy dificil tapar eternamente... Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo... Un besazo... Me encanta como te expresas...
ResponderEliminarAlgo que siento ironico, es que estoy seguro que por ser como eres, tienes mas posibilidades de salir de estos problemas y lo mas importante tener una existencia plena y en paz, que aquellos quienes gastan tanta energia en maquillarte de mentiras y vestirte con falacias. Buena nota
ResponderEliminarMira dentro de ti y recuerda quien eres. En estos casos no hay nada como reconocerse. Suerte.
ResponderEliminar:D
ResponderEliminarAh, me olvidaba: Hola Gacela. Encantada de conocerte.
ResponderEliminarHaces muy bien, pero prepárate, que vendrán curvas para aburrir.
ResponderEliminarUn abrazo de los de verdad.
Ale, a decir a grito pelado la verdad. ;)
ResponderEliminarLa verdad siempre aparece, más vale que se las muestres antes de que tú misma sientas pena por tí misma.
ResponderEliminar¡¡Valor!! y tranquila que seguro que lo que eres es más lindo que toda la sarta de mentiras que cualquiera pueda crear...
Ya contamos con mas de 100 blogs en nuestra pequeña comunidad de bloggers novatos y no tan novatos , pase y eché un vistazo , es el unico blog que ayuda a otros blogs
ResponderEliminarEsperamos contar con su blog tambien . Muchas gracias y hasta pronto
ES ENTENDIBLE TU RELATO CREO QUE CADA UNO DEBE ESTAR SEGURO DE UNO MISMO Y NO HAGAS CASO DE LO QUE DIGAN LOS DEMÁS
ResponderEliminarSALUDOS
Creo que los familiares, por haber estado siempre por ahí cerca, no quiero decir a lado, o con nosotros, no lo creo, pues por eso de andar por ahí cerca son las personas que más se hacen una imagen erronea de nosotros y pretenden que la defendamos...
ResponderEliminarHaz lo que a ti te haga feliz.
Un abrazo
son muy malas las mentiras. Pero lo mejor es darse cuenta de las cosas, primer paso para el cambio.
ResponderEliminarbonito blog!
un saludo
Hola...tenía tiempo que no te leía...tenia tiempo también que no escribia en mi propio blog... Estas semanas han sido muy dificiles... he recaido en una depresión que no sé si llamarla así... porque es algo peor... algo que me está consumiendo... estoy cansada, al igual que tu, de tener que sentirme un carga o alguien inutil o sin valor porque soy diferente, porque siento diferente... tener que aguantar las mascaras que de común uso para no ser rechazada...y precisamente hablaba de esto en mi blog...cuando de pronto me acordé de ti...de cómo estarías...de como seguirias...y la verdad es que solo se me ocurre enviarte un fuerte abrazo...porque tampoco he encontrado la explicación al porqué la gente te esconde..."te maquilla" como bien lo dices...y jasta es molesto caer en el mismo juego y seguir negandote a tí para ver a los demás satisfechos....
ResponderEliminarAl menos quisiera saber qué pasa conmigo...porque no tengo ni la menor idea...solo sé que desde que tengo uno de razón me he sentido la mayor parte del tiempo infeliz...pero no se por donde empezar a buscar... no se que hacer...
Sólo quería decir ANIMO...no estas sola...y al alguien que reza por ti.
la mentira es el paso hacia la verdad mi estimada..al mentir, buscamos la verdad. La verdad es una gran mentira hasta que encuentras la verdad en la verdad. meditalo. y me haces llegar tu reaccion. Saludos Cordiales.
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