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jueves, mayo 19, 2016

Mudanza (II)

Hace algo más de ocho años y medio escribí un post llamado Mudanza, coincidiendo con el cambio del pequeño estudio amarillo en el que viví en el barrio de Chueca a una casa algo más grande (no era difícil) en el que había sido mi barrio casi toda mi vida. Una casa para cuyas paredes elegí tonos pastel; un salón con una gran estantería de obra que atiborré de libros durante los siguientes ocho años; una casa que al poco tiempo de mudarme yo a ella acabaría siendo hogar también de mi pareja, el niño de ojos sonrientes del que ya he hablado más veces en este blog, y que más tarde compartiríamos primero con una pequeña panterita negra y más recientemente con un ya-no-tan-cachorrito blanco y negro a modo de vaquita peluda con bigotes. Hasta este año.

Hace un par de meses que hemos comenzado una nueva etapa en un nuevo espacio que también queremos convertir en nuestro hogar. En el mismo barrio, a apenas diez minutos de nuestra antigua casa, con una habitación más que la casa anterior, un salón mucho más grande en el que, esta vez sí, podemos invitar a cenar a algunos amigos, sin estanterías de obra pero con una buena provisión de estanterías de IKEA hasta casi el techo (en alguna parte había que colocar las más de veinte cajas de libros que salieron en la mudanza), con paredes blancas en esta ocasión, porque ya no sólo decido yo... Y aunque aún nos queda alguna caja que deshacer, y adornos y cuadros que colocar, yo ya me siento a gusto en este pequeño hogar, dulce hogar, durmiendo la siesta en el sofá, leyendo en el recién estrenado sillón pöang (también made in IKEA), sentada frente al ordenador o duchándome en un baño mucho más agradable que el que dejamos atrás.

En fin, un lugar nuevo que llenar de vivencias, de recuerdos, de momentos, un lugar para seguir compartiendo con mi chico, mis gatetes, mis amigos, y donde seguir intentando crecer encontrando mi sitio, con mis angustias que en ocasiones se vuelven lágrimas, sí, pero también con mis buenos momentos, mis ganas y mis sonrisas. Y quién sabe si, desde mi nuevo hogar, quizá encuentre otra vez las ganas de compartirme más por aquí, en la que también es mi casa, aunque virtual. Espero que sí.

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