En noches de insomnio, cansancio, hartazgo, dolor, desesperanzas, realismo, desvinculación, frustraciones, tristezas, rabias, soledades,
más allá de pastillas, tratamientos, terapias, denuncias de continuas vulneraciones de derechos, violencias institucionales, maltratos
me hago lúcidamente consciente
de que los “hasta aquí “, “basta ya”, “descansa”
siguen llamando a mi puerta.
Las redes que intentamos construir, el apoyo mutuo, los vínculos que resisten
no podrán siempre sostenernos, sostenerme, sostener tanto daño.
No
en un mundo capitalista que exige ante todo producir;
no
en un mundo cuerdista donde la psiquiatrización
arrebata derechos y multiplica daño;
no
bajo una psiquiatría patriarcal que reproduce violencias, control, retraumatización
mientras lo llama ayuda y cuidados médicos.
“Pide ayuda”, dicen.
¿A vosotros?
No,
no más, nunca más.
Lo que nos haceis tras muros y paredes de consultas y unidades psiquiátricas
no es ayuda.
“Pide ayuda”, insisten.
Pero demasiado bien sé a qué os referís desde el mundo psi con eso.
No,
a vosotros no,
no más, nunca más.
Me cuidan mis amigas, no la psiquiatría.
Y ahora mis amigas, como yo, están agotadas.
Tantas lo estamos, demasiadas, tanto...
Los “hasta aquí”, “basta ya”, “descansa”
siguen llamándome, fuerte, las escucho en mi puerta.
Ojalá saber abrírsela pronto, pienso hoy.
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(todo duele demasiado)
Cómo puedes decir eso.
¿Cómo puedes decir eso?
¡Cómo puedes decir eso!
¿¡Cómo puedes decir eso!?
¿¡CÓMO PUEDES DECIR ESO!?
(...)
(...)
(yap)
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