Hay días-bucle de principio a fin.
Días que me socavan, me hacen consciente de mi irónica soledad (la tejedora de redes, ¿no es gracioso?), de que mi necesidad de morir nunca marchó lejos donde la perdiera de vista, de que mi fin será por mi mano, antes o después, y ojalá pronto, más antes que después.
Días que son bucle de principio a fin.
Y hoy os enseño un poquito, una captura a medias, un reflejo parcial de ese bucle. Las letras nunca se leen como cuando te nacen dentro, eso sí. Los “mequieromorir” que no se escuchan, los que llevamos en las tripas, esos tienen garras y escupen fuego y se alimentan de dolor y aplastan cualquier atisbo de semilla de mañanas mejores.
Y yo, de esos monstruos que son también tan Yo... estoy repleta.
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