Lo enfermo y lo sano
Cuando era pequenya, a los cuatro anyos, y después de cambiar por otro al pediatra que insistía en que la ninya era una quejicosa y tenía gases, me diagnosticaron un estupendo Linfoma de Burkitt en estadío 3, ahí en mi intestino, haciéndose fuerte. Cáncer, palabra que no suele recibirse con sonrisas. Le pintaron a mi madre el bonito -y realista- panorama de un 30% de posibilidades de que la ninya tuviera oportunidad de hacerse mayor, y empezaron las operaciones -cuatro-, las sesiones de quimioterapia que se alargarían durante dos anyos, el uso de gorritos tipo La Casa de la Pradera, y el apelativo carinyoso de mi madre, "Coquito Pelado", o "Coquito Sabio". Y las vomiteras, el ir al colegio un día sí siete no, los celos de mi hermano y las vias cogidas en manos y pies... todo un mundo. Aunque no se quedó como un mal recuerdo: una aprendió a leer de corrido, escuchó infinidad de cuentos, aprendió a jugar al ajedrez (ehem... a mover las piezas, vale) y se hizo la tahúr de pediatría con las cartas, el dominó, los dados y el parchís de su parte.
La quimioterapia de los tempranos 80 tenía más efectos secundarios que la de ahora, y el mismo defecto, creo: arrasar con todo. Células sanas, enfermas, daban igual, todas a una a la calle. Una se quedaba hecha una piltrafa en miniatura, hubo alguna temporada de burbuja por eso de que tanto liarse a aniquilar células y nos habíamos quedado bajo mínimos. Pero era la quimio, y era la única manera de acabar con las células cancerosas: llevarse por delante una buena parte de las sanas.
La muchacha que escribe se puso bien, pasó revisiones y acabó superando los diez anyos de plazo una vez acabado el tratamiento: ya ni siquiera hacían falta las revisiones porque nos habíamos agarrado al 30% famoso. Y pasaron los anyos, y llegaron nuevas enfermedades, de otra índole pero con algunas cosas en común.
Una de ellas es la que tenía en la cabeza al escribir este post. Hace unos anyos que entraron en mi vida una práctica familia de medicamentos que luego irían y vendrían según la racha. El de hoy es la periciazina, ayer fueron otros, manyana... ya veremos. Y todos estos medicamentos siguen un patrón que me recuerda a esa quimio que no distinguía, la pobre, a qué células tenía que cargarse. Ralentizan los pensamientos, pero no sólo los autodestructivos, los enfermos, los descontrolados... los ralentizan todos, los bloquean por igual. Te atontan como única vía de descansar un poco de ti misma. Y es lo mejor, mejor eso que verse acosada por ideas que te poseen y que no controlas en absoluto, mejor que las voces incesantes en la cabeza... pero vuelve a sorprenderme que para acabar con lo malo es necesario prescindir de lo poco bueno que tenemos.
En la película LA CELDA (y si alguien no la ha visto a estas alturas y tiene interés, van a venir spoilers varios), una doctora se introduce en la mente de un asesino. Allí encuentra su dualidad: una parte malvada que le ha llevado a esos asesinatos, y una parte buena, atemorizada y empequenyecida, que teme a la Bestia -que es él también- por encima de todo, y que vive bajo la forma del ninyo que fue, escondiéndose en los rincones de la mente, anulada. No había ya forma de recuperar un equilibrio perdido demasiado atrás, así que llega el momento en que la médica atiende la petición del ninyo mental/parte sana, que quiere descansar... y le ahoga, porque es la única forma de poder acabar con la parte asesina/Bestia. De nuevo... para liberarnos de lo enfermo, lo asesino, la Bestia... es necesario matar a lo bueno, lo sano.
Es curioso que el patrón se repita tanto... no puedes acabar con lo malo sin llevarte por delante lo bueno. No puedes descansar de lo enfermo sin haber acabado también con lo sano. Triste... pero sin alternativas.
[Periciazinas, olanzapinas y demás inas, aquí] [La Celda, aquí]
La quimioterapia de los tempranos 80 tenía más efectos secundarios que la de ahora, y el mismo defecto, creo: arrasar con todo. Células sanas, enfermas, daban igual, todas a una a la calle. Una se quedaba hecha una piltrafa en miniatura, hubo alguna temporada de burbuja por eso de que tanto liarse a aniquilar células y nos habíamos quedado bajo mínimos. Pero era la quimio, y era la única manera de acabar con las células cancerosas: llevarse por delante una buena parte de las sanas.
La muchacha que escribe se puso bien, pasó revisiones y acabó superando los diez anyos de plazo una vez acabado el tratamiento: ya ni siquiera hacían falta las revisiones porque nos habíamos agarrado al 30% famoso. Y pasaron los anyos, y llegaron nuevas enfermedades, de otra índole pero con algunas cosas en común.
Una de ellas es la que tenía en la cabeza al escribir este post. Hace unos anyos que entraron en mi vida una práctica familia de medicamentos que luego irían y vendrían según la racha. El de hoy es la periciazina, ayer fueron otros, manyana... ya veremos. Y todos estos medicamentos siguen un patrón que me recuerda a esa quimio que no distinguía, la pobre, a qué células tenía que cargarse. Ralentizan los pensamientos, pero no sólo los autodestructivos, los enfermos, los descontrolados... los ralentizan todos, los bloquean por igual. Te atontan como única vía de descansar un poco de ti misma. Y es lo mejor, mejor eso que verse acosada por ideas que te poseen y que no controlas en absoluto, mejor que las voces incesantes en la cabeza... pero vuelve a sorprenderme que para acabar con lo malo es necesario prescindir de lo poco bueno que tenemos.
En la película LA CELDA (y si alguien no la ha visto a estas alturas y tiene interés, van a venir spoilers varios), una doctora se introduce en la mente de un asesino. Allí encuentra su dualidad: una parte malvada que le ha llevado a esos asesinatos, y una parte buena, atemorizada y empequenyecida, que teme a la Bestia -que es él también- por encima de todo, y que vive bajo la forma del ninyo que fue, escondiéndose en los rincones de la mente, anulada. No había ya forma de recuperar un equilibrio perdido demasiado atrás, así que llega el momento en que la médica atiende la petición del ninyo mental/parte sana, que quiere descansar... y le ahoga, porque es la única forma de poder acabar con la parte asesina/Bestia. De nuevo... para liberarnos de lo enfermo, lo asesino, la Bestia... es necesario matar a lo bueno, lo sano.
Es curioso que el patrón se repita tanto... no puedes acabar con lo malo sin llevarte por delante lo bueno. No puedes descansar de lo enfermo sin haber acabado también con lo sano. Triste... pero sin alternativas.
[Periciazinas, olanzapinas y demás inas, aquí] [La Celda, aquí]
12 Susurros:
Ya sabes que a veces,algunas de tus comparaciones me parecen poco objetivas, incluso demasiado dramáticas, porque comparan cosas que en gran medida podrían parecerse, pero no en el caso que nos ocupa.
Ya sé que estas cansada de luchar, pero creo que es porque lo haces contra demasiadas cosas que se escapan por completo a tu control y que hace mucho que deberías haber asumido como ajenas. Deberías ser capaz de coger tu prensente, en este punto concreto de tu vida, porque al margen de esa medicación arrolladora y circunstancial hay otras muchas cosas.
Fuiste una niña luchadora, y a veces se te olvida que lo sigues siendo. Sobreviviste porque tu no querías morir, y a veces se te olvida que sigues sin querer hacerlo, que lo que quieres es tranquilidad. Pasate por cosas que cualquier otros niño a tu edad no habría soportado, y quizá has seguido en ocasiones pasando por cosas que otros tampoco habrían sabido encajar, y que de alguna manera tu escondes bajo tu piel, bajo tu mente.
La parte enferma de ti esta deseando dejar de hacer falta, pero no la dejas. Sigues alimentandola cada vez que le das razón en sus palabras, y las dos sabemos que no son ciertas, que nos engañan para hacernos creer una realidad que no es la de verdad, sólo la dañina, la fácil de sobrellevar.
La parte sana sonríe, juega conmigo, ve friends y películas, pasea, hace bromas constantes, canta, baila, escribe, sueña, lee, crea, comparte, abraza, da dulzura, llama, aprende... sobre todo hace del mundo un lugar más mágico en el que vivir.
No me digas que no hay más posibilidades, no me digas que todo está perdido porque no tengas ganas de levantarte mañana. Sólo levántate mañana y trata de hacer de tu día algo diferente, simplemente deja de levantar en cada pensamiento las heridas de ayer, porque esas ya pasaron, y nada podrás hacer para evitarlas. Sólo puedes besarlas y curarlas para que cicatricen.
Y creéme, sí se puede. Pero has de poner de tu parte. ¿Más? ¡¡Ya lo creo que más!! Cuentas con muchos apoyos, mira a tu alrededor y no me digas que no lo ves ;)
Se me olvidaba ...
¡¡TE QUIEROOOOOOO!!
Mil besos mi princesa, bona nit y dulces sueños.
Mientras puedas gritar ... ¿te has fijado en como son los ojos de una gacela? ...
Te acaban de hacer unos comentarios muy bonitos y acertados. Si fuiste una niña luchadora y ganaste, ahora que eres una chica extraordinaria (fruto de tantas luchas y victorias) ¿por qué dejar de pelear?... Y de vencer.
Yo sólo quiero darte un besazo muy fuerte. Los achuchones te los estarán dando tu familia y tus amigos que, por cierto, tienen mucha suerte de tenerte cerca.
Tenía mucho tiempo que no me quedaba callada, de por sí me distingo por mi verborrea, pero entré en el dilema de meterme aquí en tu post, o quedarme callada, conclusión : estoy pero callada.
Un abrazo del tamaño de mi casa hasta tu casa.
Lucha, lucha, lucha... Solo tu puedes vencer a las voces, y a todo lo malo que te pasa.
besos
laia
No estoy de acuerdo, pero ya nos acostumbramos tú y yo a contradecirnos, eh bicho suave? :)
Sabes que conozco los entresijos de enfermedades largas, peligrosas y de superación personal.
Eso no nos da una mitad mala y una buena, y ninguna se ha de sacrificar por la otra. Somos un todo. Un equipo de células y no hay dualidad.
La dualidad se inventó para justificar aquellos movimientos de los que no estamos precisamente orgullosos.
Pachin, pachin...(música)
Estás tan bonita esta nocheeeeee...te sienta el pelo recogido tan bieeeeeen...
Me encanto esa peli. La vi hace algunos años, que teniendo en cuenta que ahora tengo 19 serian todo un mundo, asi que tendre que volver a verla para analizarla en condiciones.
Lo que dices tiene logica no? Es decir, si no exisitiera el no, no deberia de exisitir el si. Si no hubieramos estado enfermos no podriamos decir que estamos sanos. Idem con lo triste, lo melancolico, y lo pletórico. Siempre que haya un equilibrio claro...
Pero con estos mismos planteamientos piensa que donde hay un desequilibrio hay un equilibrio que puede existir exactamente igual. Human behabour...
Y no pongo nada mas porque Isthar ya lo ha puesto todo. La vida es la chispa que surge de la constante lucha y roce con la piedra negra y la blanca. Asi que no creas que solo esta la negra y te olvides de la blanca porque estarias en un error que tu misma puedes erradicar ;)
Es genial poder decir que eres optimista por haber sido lo contrario... todo depende de ti, de tu enfoque y de tu punto de vista. Hay infinitos, no te limites a los malos eh?
Estoy de acuerdo con Nepomuk, yo tampoco creo en la dualidad. Desde pequeños nos hemos acostumbrado a pensar en conceptos opuestos, lo bueno y lo malo, pero no son opuestos, son complementarios. Lo importante -y lo difícil- es el equilibrio.
Fuiste una niña luchadora, sí, pero yo no creo que hayas dejado de serlo. La prueba está en lo que escribes aquí.
Un abrazo.
Yo no creo que tenga que ser siempre así, sólo por el hecho de que, hasta ahora, haya sido siempre así.
Y parece que sí, pero no, no estoy de acuerdo en lo que dice nepomuk. No creo que la dualidad se restrinja sólo a un intento de justificar las cosas malas de uno mismo (doy por hecho que hablamos de la dualidad dentro de un mismo individuo). La dualidad no siempre es invento, un recurso. A veces no podemos evitarla y viene sola. No siempre es separable un lado del otro, a veces están tan próximos que... se solapan. Y no siempre viene dado por la naturaleza del individuo. A veces una parte es contraria de la otra sólo porque así se mantienen en equilibrio. Los contrarios se necesitan el uno al otro, antes de que uno se los invente para justificarse.
me has dejado atónita, triste y reflexiva...esa última frase...aquí me quedo.
Un abrazo!
Por llevarles la contraria a esos tres, Gacela, ya vale la pena. Yo si creo en la dualidad, somos duales por expresión y por cultura: el bien y el mal, morimos de exceso de frío o de exceso de calor. Es humano hundirse y es humano levantarse. Creo que sólo hay que conseguir que + sume + y no que - reste -.
He tenido la inmensa suerte de sufrir poco en esta vida, no por ello creo apreciar mal el dolor humano.
Me ha impresionado tu post.
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