Cartas (S.O.S.)
Voy a recuperar la antigua costumbre de escribir cartas como las de antes, de esas con la letra redondeada en boli sobre papel (sé que quedaría más bucólico escribir con pluma, pero nunca aprendí a hacerlo sin emborronar media hoja con la tinta). Escribiré las cartas cuidadosamente, cuidando la caligrafía para que no me salga letra de médico incomprensible, que yo no tengo la excusa de haber hecho esa carrera (ejem... ni esa ni ninguna otra), doblaré cada papel en tres y los meteré en sobres americanos y estrechos. Iré al estanco de cerca de mi casa y sorprenderé a la estanquera pidiéndole, en vez del Metrobús de siempre, un puñado de sellos de los que ya no quiere nunca nadie porque hay mails, esemeses y demás zarandajas (nótese lo bien que suena la palabra zarandaja). Hasta postales virtuales de sitios donde nunca ha estado se manda ya la gente...
Localizaré un buzón de correos de los que ya nadie usa, porque sólo recibimos cartas de bancos y facturas de Telefónica, y ellos no entienden de buzones; y le alegraré la tarde dándole de comer unas cuantas cartas que un cartero irá repartiendo una tarde de éstas.
¿Para quién tanta carta? Bueno... hay varias. Si el cartero fuera sagaz como el de aquel cuento llamado La nariz de Moritz* quizá adivinaría alguno de los destinatarios o parte del contenido de alguna de las cartas. Sabría, por ejemplo, que hay una petición de ayuda al gremio de fontaneros, electricistas y obreros varios de Ankh Morpork, que tengo la sensación de que deben funcionar bastante mejor que sus homólogos de Madrid, que son bastante desastrosos y piensan dejar que me pudra en mi casa con goteras, cortocircuitos, paredes mojadas y cubos de agua llenándose inexorablemente, plic plic eterno que va a hacer que odie la lluvia, halógeno fundido en uno de los cortocircuitos y ordenador pidiendo que por favor deje de irse la luz y apagarse de golpe para que pueda seguir funcionando mínimamente, que apenas tiene un anyito de vida y es joven para morir.
Y sabría que, por si esa petición fallara, hay otra carta lacrada para el Gremio de Asesinos de la misma ciudad, para que le den un susto al presidente de la Comunidad que piensa que puedo estar mojándome eternamente, que no es motivo suficiente para arreglar el tejado. O al casero, que me cobra este mes lo mismo que el mes anterior -y no es poco-, cuando este mes tengo la mitad de luz y media casa mojada, sin que él se digne a arreglarlo.
Pero no son sólo esas las cartas que hay. Otra va dirigida a Venecia, al gondolero más guapo de toda la ciudad, dueño de una pequeña góndola cuidada con mimo hasta en el más nimio detalle. A él le pido que se traslade de los canales venecianos a mi casa una temporada, donde aunque tendremos dificultades para hacer los giros, en breve habrá agua suficiente para necesitar una barca, y sopesando posibilidades, he descartado canoas, piraguas y kayaks en favor de góndola con auténtico gondolero veneciano incluido. Yo prometo pagarle con la mejor de mis sonrisas y con una degustación exclusiva de mi estupenda y nunca suficientemente aclamada tortilla de patatas. Y mira, estaré perdiendo una casa, pero ganando un gondolero, y lo mismo compensa el cambio.
*La nariz de Moritz es un libro que leí de pequenya, de la colección naranja de El Barco de Vapor, que contaba la historia de un cartero con un sentido del olfato tan agudizado que olía las sensaciones que la gente había depositado en las cartas al escribirlas. De esta forma, sin abrirlas sabía si traían buenas o malas noticias... y el resto, en el cuento ;-)
Localizaré un buzón de correos de los que ya nadie usa, porque sólo recibimos cartas de bancos y facturas de Telefónica, y ellos no entienden de buzones; y le alegraré la tarde dándole de comer unas cuantas cartas que un cartero irá repartiendo una tarde de éstas.
¿Para quién tanta carta? Bueno... hay varias. Si el cartero fuera sagaz como el de aquel cuento llamado La nariz de Moritz* quizá adivinaría alguno de los destinatarios o parte del contenido de alguna de las cartas. Sabría, por ejemplo, que hay una petición de ayuda al gremio de fontaneros, electricistas y obreros varios de Ankh Morpork, que tengo la sensación de que deben funcionar bastante mejor que sus homólogos de Madrid, que son bastante desastrosos y piensan dejar que me pudra en mi casa con goteras, cortocircuitos, paredes mojadas y cubos de agua llenándose inexorablemente, plic plic eterno que va a hacer que odie la lluvia, halógeno fundido en uno de los cortocircuitos y ordenador pidiendo que por favor deje de irse la luz y apagarse de golpe para que pueda seguir funcionando mínimamente, que apenas tiene un anyito de vida y es joven para morir.
Y sabría que, por si esa petición fallara, hay otra carta lacrada para el Gremio de Asesinos de la misma ciudad, para que le den un susto al presidente de la Comunidad que piensa que puedo estar mojándome eternamente, que no es motivo suficiente para arreglar el tejado. O al casero, que me cobra este mes lo mismo que el mes anterior -y no es poco-, cuando este mes tengo la mitad de luz y media casa mojada, sin que él se digne a arreglarlo.
Pero no son sólo esas las cartas que hay. Otra va dirigida a Venecia, al gondolero más guapo de toda la ciudad, dueño de una pequeña góndola cuidada con mimo hasta en el más nimio detalle. A él le pido que se traslade de los canales venecianos a mi casa una temporada, donde aunque tendremos dificultades para hacer los giros, en breve habrá agua suficiente para necesitar una barca, y sopesando posibilidades, he descartado canoas, piraguas y kayaks en favor de góndola con auténtico gondolero veneciano incluido. Yo prometo pagarle con la mejor de mis sonrisas y con una degustación exclusiva de mi estupenda y nunca suficientemente aclamada tortilla de patatas. Y mira, estaré perdiendo una casa, pero ganando un gondolero, y lo mismo compensa el cambio.
*La nariz de Moritz es un libro que leí de pequenya, de la colección naranja de El Barco de Vapor, que contaba la historia de un cartero con un sentido del olfato tan agudizado que olía las sensaciones que la gente había depositado en las cartas al escribirlas. De esta forma, sin abrirlas sabía si traían buenas o malas noticias... y el resto, en el cuento ;-)
16 Susurros:
Bueno cuando ves una carta de caja madrid (por poner un ejemplo) ya sabes que no va a ser bueno y no hace falta tener un sentido del olfato agudizado :-P
Y por cierto para lo de los cortes de luz comprate una SAI (o UPS) que en castellano viene a ser un aparatito que van entre el enchufe y tu ordenador y si se va la luz el ordenador sigue funcionando. Con un modelo básico como el que tengo yo tienes hasta 30 minutos de autonomía. Y no es caro, unos 30€
¿Tortilla de patatas? Qué callado te lo tenías
:) me acuerdo de Moritz..
Yo también leí ese libro cuando era keni...
Es triste, hemos dejado que los bancos, telefónica y la publicidad se adueñen del correo, y para escribir a los seres queridos ahora utilizamos los medios más fríos (internet, los semeses esos...).
Gacela linda,
Chula era la nariz de Moritz....aunque no desmerece nada este que cuentas de "La sirenita, el gondolero y la tortilla de patatas"
Muxu :)
Yo también me apunto a la Tortilla de patatas :). Si te inundas no te preocupes, fuí socorrista. Además ahora floto mejor.
Beso
Edu
¿Sabes por qué a veces odio leer los posts? Porque habláis de libros que al final se me meten en la mente y hasta que no los leo, no salen de ella.
Pero... ¿la tortilla con o sin cebolla? XD
Muuuaks.
ohhhh la Nariz de Moritz... de pronto una avalancha de recuerdos me han venido a la cabeza... la verdad es que el barco de vapor marcó mi infancia...
jejeje que bueno. ¿quien sería peor, Gallardón o Vetinari? ¿no hay carta a la Universidad Invisible?
Me ha gustado este post... y me gusta recibir cartas, siempre que voy de viaje envío unas cuantas postales
Creo que el barco de vapor marcó muuuchas infancias.. A mí me ha recordado a Como agua para chocolate, si cocinas algo con tristeza el que lo come no puede evitar llorar, y si lo cocinas encantada de la vida pues todos felices comiendo perdices.
Yo, cartas, aún un par de ellas al año, pero postales bastantes eh? y es que no es lo mismo, pa qué mentir!
Me ha encantado tu blog, te visitaré.
Besos.
Hoy mismo pensaba en los siglos que hace que no escribo o recibo una carta... La última vez fue para huir de una amistad que me ahogaba tanto que no tuve valor para enfrentarme a ella diciéndo que no quería verla más y lo hice por escríto... Es verdad, ya no se escriben cartas...
Debo ser una de las pocas personas que sigue escribiendo y recibiendo cartas. Contrario al tabaco, el estanquero cuando me ve pregunta directamente la cantidad de la estampita. No hay mejor sensación que abrir el buzón y ver una carta con caligrafía de distinto tipo o sobres de colores. Leerla y releerla hasta cansarte...y no esas cartas impresas cargadas de facturas. Es una pena que se vaya perdiendo la tradición.
Enhorabuena por el blog.
Un saludo
Es verdad desde que internet llego a nuestras vidas,alguna de las cosas de antes van desapareciendo como el ejemplo que has puesto con las cartas.Espero que tu casero arregle de una vez tus desperfectos.
Un saludo
Bueno, bueno. Iba yo de un blog a otro ( es que una se acaba de iniciar) y me enganchó usted con las fotos de Muerte de Sandman, que a punto estuve de tatuarme el ojo en tiempos pasados de mi vida...pero es que resulta que la leo y resulta que me habla de la Nariz de Moritz...mi primer libro naranja!!! Que emocion eso de pasar de los azules a los naranjas! Ay, que buenos tiempos.
Bueno, que tenga usted buena tarde señorita gacela.
Hoy sí que me han llegado tus palabras al aire, primero porque soy fan de ir practicando el hobby retro de enviar alguna carta, postal o lo que sea por correos sin tener que haber vendido o comprado nada por eBay.
Y segundo y no menos importante porque hace cosa de dos años, yo que vivo en un ático, ví como se llenaba mi casa de bomberos, yo (nótese que me pasó a mí) en una esquina acurrucada como si no fuera mi casa, y un bombero diciéndome tranquila si es mejor que vengamos por agua que por fuego... Una góndola es lo que me ha quedado en el techo del pasillo que antes era de tablones de madera y ahora es una cosa curva del tipo convexa.
Vamos, pásame la dire del gremio de asesinos que ahora no, pero en el futuro, nunca se sabe. Ö_Ö
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