lunes, marzo 20, 2006

Fallas I: Rescatando la luz

Fuegos artificiales, cielo en fiesta

De pequenya me daban miedo los fuegos artificiales. Pensaba que iban a caerme encima, o que todo podía prenderse fuego, y era incapaz de disfrutarlos. Luego llegaron varias verbenas, algún San Isidro, alguna Paloma... y bueno, les fui cogiendo el gusto, mientras estuvieran allá a lo lejos. Y sobre todo, llegaron dos Nocheviejas. Una de ellas tuve una discusión con el que entonces era mi pareja, un ninyo tan encantador como impulsivo... se jodió la Nochevieja y oí los fuegos a los que pensábamos ir juntos, desde casa, sin salir siquiera a ver iluminarse el cielo. Pero cuando uno se deja, suele tener nuevas oportunidades que llegan en un momento futuro, y al anyo siguiente, de nuevo este mi primer ninyo compartía la Nochevieja conmigo, y salimos a ver el castillo de fuegos. Él era alto-altísimo, yo no he conseguido llegar nunca al 1,60 aunque a veces mienta al respecto ;-) ...y bueno, me rodeó con sus brazos poniéndose detrás de mí, y vimos todo el castillo de fuegos, hermoso, iluminando el cielo, llenándolo de luz, de color.

Fue precioso. Pero fue todo lo precioso que pueden ser unos castillos de fuegos... en Madrid. Que nosotros hacemos muy bien la sopa de cocido, y el cocido entero, y seguramente bailamos los chotismejor que el resto del mundo y parte del extranjero, y a chulos no nos gana nadie, ni a centralistas opresores tampoco... pero jodó, que es Madrid. Que para ver fuegos artificiales... hay que irse a Valencia. Y si te vas en Fallas, y si te vas en la mejor companyía... eso que ganas.

Un cielo inmenso. Fiesta de color, fiesta de ruidos, fiesta de vida. Figuras que se superponen, cielo que llora (y esos son los que más me gustan, los que dejan estela al bajar y parece que el cielo entero se derrame sobre ti, lágrimas de fuego, lágrimas rubias). Espirales que se persiguen, ruedas rojas, azules, verdes. Figuras nyonyas que parecía que había disenyado yo misma, que explotaban en las nubes haciendo estrellas y corazones. Olor a pólvora, olor de ese que nos gusta a los que tenemos una vena yonkarra y disfrutamos con el olor a gasolina, a pintura, a acetona... y uffff, a éste de pólvora que llenaba toda la ciudad.

Muchísimo ruido, ciudad bombardeada y Gacela aguantando en medio de la mascletá como una valiente, imaginándose reportera de guerra y pensando que si a los valencianos no les importaba que su ciudad fuera a derrumbarse de un momento a otro no iba a dar ella la senyal de alarma; ganas de arrancarle las manos y hacérselas comer a más de un descerebrado que cree que tirar petardos a dos centímetros de la cara del vecino es lo más gracioso que puede hacer en la noche; muchísimos grititos made-in-Gacela, claro, que si grita cuando se le cae un boli a una companyera del curro, cómo no va a gritar cada siete minutos en Fallas. Pero el cielo iluminado, vestido de colores. El olor. Y una figura inmensa en la Plaza del Ayuntamiento, una madre con un ninyo en brazos sonyando un mundo más luminoso para él, con el símbolo de la paz colgado al cuello, con John Lennon cantando a sus pies, con Bush y Bin Laden entre flores y algodones: una Falla cursi como yo, hippie como yo, una Falla que me hizo sonreír en medio de una noche de tormenta.

Falla del Ayuntamiento - Valencia 2006

Y que ardió, como el resto, como todas -¿hay algo más hipnótico que el fuego, el que lame y crece, el que calienta y destruye pero sin danyo, simplemente terminando el Ciclo para que pueda recomenzar?-, y como soy así, me daba pena pensar que la imagen, tan bonita, tan grande, tan lograda, se venía abajo tan rápido, se quedaba en nada... pero también pensaba que desde el día siguiente se pondrían a disenyar las Fallas del anyo próximo, y que a lo mejor la vida es un poco eso, construir no pensando en mantener a toda costa sino en sentirte orgulloso de lo que has construido, admirarlo, y dejar que siga su ciclo. Y construir de nuevo, superando lo que hiciste en el pasado. Y que el ser consciente de la temporalidad de nuestras obras, de nuestros actos, de nuestro Todo... no nos impida seguir construyendo.

Y éstas han sido mis Fallas I. Pero fue un fin de semana de tormenta como pocos, de dualidad dolorosa, invasiva. Así que esta vez hago dos posts y dejo a mis dos Yoes dar su versión, porque yo estoy inmensamente perdida, sin saber quién soy, quién gana en esta batalla, dónde esconderme de esta guerra que están librando dentro y en la que daría cualquier cosa por no participar. Y el primer post que me salía escribir era el otro, el que pondré a continuación, pero quería obligarme a sacar también la voz de la ninya asustada que quiere echarse a dormir y que la dejen, que la despierten cuando todo haya acabado, si es que acaba, y que no la despierten si es que la guerra va a seguir eternamente. Pero la he sentado frente al teclado, obligando a recordar, a contar que disfruta con el cielo iluminado de colores, vida y figuras allá arriba, que el olor a pólvora le ha gustado y que la Falla gigante del Ayuntamiento le encantó. Porque mientras pueda, no perderá del todo su voz. Aunque la otra, su otro Yo, sea cada vez más grande, más fuerte y grite tan alto que ella ya no se oye, que ella ya ni quiere intentar hablar. Pero a las Fallas han ido las dos. O Yo sola, que, lo prometo, no sé quién soy, cuántos soy, ni por qué, me esconda donde me esconda, siempre acabo encontrádome.

Edito: Aquí dos fotos más de la Falla de la que hablaba, que además se hacen grandes haciendo click en ellas. Gracias a Yole y a su Galería de Fallas 2006

Falla del Ayuntamiento - Valencia 2006

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3 Susurros:

At 20 marzo, 2006 23:32, Blogger Deyector escribió...

La mejor tú es la que viene soltando tracas, deslumbra y deja una estela difícil de borrar. Traes luz e ilusión y es como nos gusta verte.

 
At 21 marzo, 2006 20:18, Blogger Bereni-C escribió...

A mí los fuegos artificiales me hacen cosquillas en la nariz y me fascinan.

Tú eres tú con muchas páginas.

 
At 22 marzo, 2006 10:31, Blogger on escribió...

Curioso, a mí también me daban miedo los fuegos artificiales de crío. Pero las Fallas me encantaron.

 

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