jueves, marzo 13, 2008

Fronteras

Estoy leyendo un libro que me regalaron mi ex y su novia por mi cumpleanyos, hace ya algunos meses. Es "La mano izquierda de la oscuridad", de Ursula K. Le Guin. Aunque me costó un poco entrar en la historia, ahora la estoy disfrutando mucho. Y además, hoy me he encontrado con un párrafo que me ha llamado especialmente la atención, de esos que merecen ser subrayados (sí, porque a veces subrayo mis libros, sacrilegio, sacrilegio!!).

El párrafo en cuestión le tenéis aquí:
¿Cómo odia uno a un país, o lo ama? Yo no soy capaz. Conozco gente, conozco ciudades, granjas, montanyas y ríos y piedras, conozco cómo se pone el sol en otonyo del lado de un cierto campo arado en las colinas; pero ¿qué sentido tiene encerrar todo en una frontera, darle un nombre y dejar de amarlo donde el nombre cambia? ¿Qué es el amor al propio país? ¿El odio a lo que no es el propio país? Nada bueno.
Y es que a veces me resulta tan ajena esa manera de aferrarse a un trocito de tierra, o a un trozo de tela, o a líneas imaginarias... Las fronteras utilizadas como arma arrojadiza, abismos infranqueables demasiadas veces.

Hace unos meses un amigo me preguntaba si estaba orgullosa de ser espanyola. Y no, no lo estoy, como no estoy orgullosa de ser madrilenya, ni creo que estaría orgullosa si fuera francesa o australiana. Simplemente porque creo que es una casualidad de la que no soy responsable, así como no soy responsable de los grandes logros o fracasos que hayan llevado a cabo otros espanyoles. Y no alcanzo a entender el amor a la Patria... así como no entiendo el odio a las "patrias" ajenas. Pero este amigo lo que no entendía era esa falta de apego a mi país...

A mí lo que me provoca cierta admiración, y por qué no, también pelín de envidia, es la gente que es capaz de construirse hogares aquí y allá. Quien salta de una ciudad a otra, de un país a otro, y más allá de fronteras, descubre, explora, siente, vive... y al final acaba siendo un poco de muchos sitios. Me parece una vida especialmente enriquecedora y que, por desgracia, también la veo muy lejana de mi manera de apegarme, no ya a la tierra, sino a mis afectos, a las personas que componen mi entorno.

Y bueno, en realidad este post se me ha ocurrido cuando estaba en el autobús leyendo, y sólo quería compartir con vosotros el párrafo que he citado... pero está claro que la capacidad de síntesis no es lo mío ;-)

Nota mental / recordatorio para otro día: Releer el libro "Identidades asesinas" de Amin Maalouf, y también comentarlo por aquí... es otra visión más acerca de lo que compone nuestra identidad y cómo nos aferramos a lo que sentimos más amenazado. También especialmente interesante.

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7 Susurros:

At 13 marzo, 2008 20:26, Blogger dark escribió...

En realidad lo que llamas amor a la patria no es mas que un arraigado instinto básico del ser humano, la pertenencia a un grupo, a una tribu, a un país, la necesidad de marcar el territorio.
Cierto es que en nuestra época es cada vez menos necesario este instinto, pero estas cosas no cambian de un siglo para otro.

Las fronteras no son importantes, porque todo el mundo sabe que España empieza en finisterre y acaba en filipinas :-P

 
At 16 marzo, 2008 02:36, Blogger Awake at last escribió...

¡¡Dark me ha robado el comentario, seño!!

XD

Mks.

 
At 16 marzo, 2008 21:32, Blogger Nepomuk escribió...

Bueno, siempre hay una salida adecuada para las personas apegadas al entorno con alma de nómada. Se llama roulotte y va de miedo. Hasta los gatos te puedes llevar de gira, mira tú.

Y... los que no subrayan los libros no son lectores. Son coleccionistas de papel.

 
At 19 marzo, 2008 20:40, Blogger Carol escribió...

Yo tampoco entiendo mucho ese sentimiento. Mas bien, podría decir que siento apego a mi país, quizás por el territorio, pero no podría por la historia o por otra cosa, ya que eso (como tambien las "fronteras") son producto del hombre, y precisamente no es algo para alabar...

Sueño con viajar a otros paises, no "de vacaciones", sino instalarme por un tiempo en distintos lugares, y no precisamente en las grandes ciudades, que a causa de la globalización cada día son más iguales entre sí. Ir a las más tradicionales, a las que conservan su historia. Hoy lo veo lejano (muy), pero quizás algún día pueda hacerlo, y no pierdo las esperanzas.

Saludos!!!

 
At 20 marzo, 2008 17:03, Blogger Ana María escribió...

Creo que con la edad van apareciendo más apegos, se va dando uno cuenta de que es lo que quiere, que necesita para vivir y luego está el que puedas elegir, yo necesito "luz", cielos claros, sol, me gusta la vida en la calle, amigos, familia....todo eso es mi tierra y por eso amo a Granada :).

 
At 23 marzo, 2008 16:57, Blogger Phaloway escribió...

El día que me empiece a sentir orgulloso de haber nacido en mi país es el día en el que, si soy fiel a lo que causa ese sentimiento, empezaré a sentir también vergüenza.

 
At 25 marzo, 2008 01:19, Blogger bruixot escribió...

Estoy de acuerdo contigo, en que un trozo de tela no debe tener ninguna importancia más allá de lo que es, sin generar ningún signo de odio o alegría.

Un besito

 

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