Rescatando a Pinocho
Yo no fui la primera. Tú no fuiste el primero.
A veces, cuando hablabas de tu primer amor y, sobre todo, de lo desnudo y pequenyo que te sentiste cuando por primera vez se te rompió, de cómo se rompieron con él tantas ilusiones y tu ingenuidad del pasado, pensaba que me hubiera gustado conocerte antes, cuando creías que los corazones volaban siempre más alto que cualquier bala, cuando creías en los parasiempres, cuando eras tan ingenuo como yo he decidido ser.
En muchas conversaciones aparecieron, tu primer amor, el mío. Siempre fueron parte de nosotros, y cuando compartíamos tantas cosas, también compartimos tanto como nos quedaba de ellos.
Un día, hablando de ella, me contaste cómo, cuando la relación terminó, todo lo que fuera Ella te dolía. Y cómo acabaste metiendo todas sus cosas, sus regalos, sus fotos, sus cartas... en una bolsa de plástico que anudaste con un lazo y subiste al estante más alto del armario, al fondo, donde no se perdiera pero tampoco recordara constantemente a quien ya no estaba contigo.
Tú también te acordarás de aquel día... hablamos, cielo, y te pregunté si ahora que había pasado tiempo, ahora que habíais vuelto a ser capaces de hablar, de ser amigos -siempre admiré esto de ti-, ahora que sabías que esa relación te había aportado muchísimas cosas que no perdiste porque la relación terminara... si no era el momento de devolver las cosas a su lugar, de reintegrarlas en tu vida dejando de esconderlas. Porque tus recuerdos eran también Tú, tu relación había contribuido a hacer de ti la persona de la que yo estaba enamorada, porque el amor, aun pasado, debería dejarnos un poso agradable, cálido, sin heridas abiertas.
Y lo hicimos juntos. Abrimos la bolsa y fuimos rescatando lo que había en ella, marea de recuerdos de los que me hacías partícipe. Fotos juntos, fotos que ella te había dedicado, que ocuparon su lugar en álbumes, junto con el resto de tus vivencias. Cartas y postales. Algún munyeco, detalles, regalos... cada uno con su pequenya-gran historia. Sonreías.
El que recuerdo mejor fue un Pinocho de madera, rojo, brillante, que pusimos en la estantería, sentado, contento de salir de su encierro. Un munyeco que ella te había regalado, y al que dimos un lugar preferente porque no era ninguna amenaza, porque simplemente era reflejo de una historia de amor hermosa que había sido importante para ti... y renunciando a ella, olvidando, relegando permanentemente a las sombras, también renegabas de una parte de ti, de quien habías sido.
Esa tarde recuperando recuerdos fue especial para ti, pero también lo fue para mí. Porque sentí cómo crecías, cómo integrabas el pasado en el presente y te reconciliabas con una parte importante de ti mismo. Porque para mí quererte nunca implicó que renunciaras a tus afectos, a ninguno de ellos.
Yo te quise así, ninyo alado. Sin competiciones, sin renuncias, sin echar arena sobre tu pasado, sin llenar de basura tus otros jardines.
Hoy te quieren distinto. Pinocho tiembla.
[Imagen de Thomas Hawk, puedes encontrar su galería AQUÍ]
A veces, cuando hablabas de tu primer amor y, sobre todo, de lo desnudo y pequenyo que te sentiste cuando por primera vez se te rompió, de cómo se rompieron con él tantas ilusiones y tu ingenuidad del pasado, pensaba que me hubiera gustado conocerte antes, cuando creías que los corazones volaban siempre más alto que cualquier bala, cuando creías en los parasiempres, cuando eras tan ingenuo como yo he decidido ser.
En muchas conversaciones aparecieron, tu primer amor, el mío. Siempre fueron parte de nosotros, y cuando compartíamos tantas cosas, también compartimos tanto como nos quedaba de ellos.
Un día, hablando de ella, me contaste cómo, cuando la relación terminó, todo lo que fuera Ella te dolía. Y cómo acabaste metiendo todas sus cosas, sus regalos, sus fotos, sus cartas... en una bolsa de plástico que anudaste con un lazo y subiste al estante más alto del armario, al fondo, donde no se perdiera pero tampoco recordara constantemente a quien ya no estaba contigo.
Tú también te acordarás de aquel día... hablamos, cielo, y te pregunté si ahora que había pasado tiempo, ahora que habíais vuelto a ser capaces de hablar, de ser amigos -siempre admiré esto de ti-, ahora que sabías que esa relación te había aportado muchísimas cosas que no perdiste porque la relación terminara... si no era el momento de devolver las cosas a su lugar, de reintegrarlas en tu vida dejando de esconderlas. Porque tus recuerdos eran también Tú, tu relación había contribuido a hacer de ti la persona de la que yo estaba enamorada, porque el amor, aun pasado, debería dejarnos un poso agradable, cálido, sin heridas abiertas.
Y lo hicimos juntos. Abrimos la bolsa y fuimos rescatando lo que había en ella, marea de recuerdos de los que me hacías partícipe. Fotos juntos, fotos que ella te había dedicado, que ocuparon su lugar en álbumes, junto con el resto de tus vivencias. Cartas y postales. Algún munyeco, detalles, regalos... cada uno con su pequenya-gran historia. Sonreías.
El que recuerdo mejor fue un Pinocho de madera, rojo, brillante, que pusimos en la estantería, sentado, contento de salir de su encierro. Un munyeco que ella te había regalado, y al que dimos un lugar preferente porque no era ninguna amenaza, porque simplemente era reflejo de una historia de amor hermosa que había sido importante para ti... y renunciando a ella, olvidando, relegando permanentemente a las sombras, también renegabas de una parte de ti, de quien habías sido.
Esa tarde recuperando recuerdos fue especial para ti, pero también lo fue para mí. Porque sentí cómo crecías, cómo integrabas el pasado en el presente y te reconciliabas con una parte importante de ti mismo. Porque para mí quererte nunca implicó que renunciaras a tus afectos, a ninguno de ellos.
Yo te quise así, ninyo alado. Sin competiciones, sin renuncias, sin echar arena sobre tu pasado, sin llenar de basura tus otros jardines.
Hoy te quieren distinto. Pinocho tiembla.
[Imagen de Thomas Hawk, puedes encontrar su galería AQUÍ]
21 Susurros:
Dios, nena, cómo me suena esto, y cómo duele...
Lo dicho, tú protégete.
Yo aprendí que me importaba yo, y que nadie me sacaría de dónde yo no quería salir... nunca.
A veces quizás es mejor dejar ciertas historias pasadas, allá, en el pasado. Y a veces, es mejor dejar ciertas historias dolorosas y pasadas en algún lugar del olvido. Tendemos a idealizar el primer amor de la misma forma que se idealiza la infancia, y bien es cierto que hay infancias que fueron un jodida mierda y ahí primeros amores que es mejor tirar a la basura. No todos los recuerdos son válidos, no todo debe almacenarse, aprender a sacarse lastre y arrojarlo sin ni siquiera mirar atrás es también importante.
Nada de esto tiene porque tener que ver contigo, o con vosotros, es simplemente una opinión ante una de las ideas que refleja tu post.
Un beso, tú.
Yo no creo que se deba olvidar... debe ser porque tengo muy mala memoria. Ahora que ya me han retirado el carné jove, incluso cosas que me causaban enorme vergüenza de pequeña me la siguen causando, pero no por mí, sino por la gente que lo provocó. Y no pienso olvidar, porque tanto lo malo como lo bueno me han formado, y es mi vida la que comparten. Y porque todas ellas me enseñan cosas valiosas.
¿Temes que Pinocho será fusilado?
Pobrecito...
Mi madre ejecutó los recuerdos d emi ex sin consultarme. Menos mal que llegué a tiempo de salvar mi patito de goma.
Yo tengo un método mejor, lo rocío con agua a 70ºC.
Gacela, amiga mia... vuela, vuela tu de una vez por todas. No pido que olvides el pasado (otros si preferimos olvidarlo) pero piensa en tu futuro.
Vuela BelleGacele, prueba que tus alas no son de cera... sino hechas con el indomable viento del desierto.
Edu
Escribes precioso niña... que a pesar de que mi historia no sea triste, te expresas tan bien que soy capaz de adentrarme en la historia y verme participando de los recuerdos...
Admiro tu forma de quererlo... quizá yo siempre he sido algo celosa, quizá mis celos son fruto de mi inseguridad...
Quizá la persona que ahora comparte con él la vida tiene esa inseguridad de que los recuerdos contigo sean más bonitos que los presentes... y por miedo, mejor enterrarlos.
Un beso enorme wapa!
Cada persona tiene su forma de querer, no las hay mejores ni peores. Las comparaciones siempre son odiosas y mas si una parte se cree la buena siempre
Yo soy de los que echan arena y entierran el pasado...
Olvidarlo quizás no, pero piensa también un poquito en ti y quiérete en primer lugar, tu eres la primera, después el resto, y ya verás como al final llega otra persona que ocupa el lugar vacío que tienes en tu corazoncito.
Pobre pinocho!!
Dice mucho de tí, de tu amor y de tu sensibilidad, pero, ¿quieres decir que no es mejor dejar ciertas cosas escondidas en el baúl de los recuerdos? No hay que recordad con odio, con acritud, pero en fin, lo pasado, pasado está...
Yo, me temo que no soy tan civilizado (ya me gustaría).
El problema es que ahora le están obligando a olvidar... aunque dijese que nunca lo haría, ahora tiene que elegir entre el pasado y el presente porque la persona que tione a su lado no se siente segura con el pasado de él cerca...
Al menos esto te demuestra que no deberías tenerle ningún miedo, pues está mostrando su inseguridad de la peor manera que podía
Yo creo que se aprende de cada situación. Pero una vez vividas es mejor dejarlas en su lugar, pues casi siempre están fuera de contexto.
Uno es la suma de lo que fué para bien o para mal, pero no se deben forzar las experiencias.
Cada día escribes mejor, Gacelita. Qué gusto poder exponer así de bien todo lo que te pasa por la cabeza...
Besos!
Pinocho sigue vivo. Todos hemos sido Pinocho alguna vez, no crees?
Sentidas y hermosas palabras nos regalas cul homenage al cariño.
Saludos
Te pìdo perdón de antemano, Gacela por no comentar tu post, sino responderle a uno de tus comentaristas. Anónimo: habla cuando sepas de qué va la película.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
He quitado el comentario porque diez segundos después de escribirlo ya carecía de sentido.
Tengo experiencia cero en lo que cuentas... así que he aprendido al leerte. He aprendido que soy un presuntuoso al creer que he recorrido muchos caminos y que estoy preparado para cualquier cosa. No lo estoy. Me puedo perder con un soplido.
Gacela...Gacela... ¡¡GACELAAAAAAA!! ¡¡NECESITAS OTRO AMOR!!
Se buscan amores para distraer cabeza gaceliense de lo ineludible.
Gacela...mujé... que te veo otra vez ir hacia abajo en picado... :´(
Los recuerdos de mi primer amor los tengo guardados en un rincón de mi corazón. Sé que no pudo ser, que por mucho que lo quería no hubiera funcionado. A veces el amor no es suficiente para que funcione una vida en común. Pero para mí, siempre existirán esos recuerdos, y siempre serán hermosos. Aunque mi vida en estos momentos no tenga nada que ver con ellos.
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