lunes, noviembre 27, 2017

Jugando al periodismo años antes de NO llegar a serlo (II): Ante el auge del fascismo, cada mes es un noviembre antifascista

Sigo rebuscando en las entrañas de mi ordenador (que es como una de esas muñecas rusas, albergando discos duros antiguos y más antiguos dentro de él, que voy trasladando de ordenador a ordenador según van pasando los años y las placas base, o las baterías, o algún circuito dentro de la máquina cuyo nombre ignoro... dicen "hasta aquí"). Así que aquí va otro texto de otro noviembre como este, de no hace tanto tiempo. Retrocedemos (solo) hasta 2013.

[artículo publicado originalmente en la web de Periodismo Digno, hoy desaparecida, el 15/11/2013]

Ante el auge del fascismo, cada mes es un noviembre antifascista

Durante todo este mes de noviembre se celebran las Jornadas Antifascistas que organiza la Coordinadora Antifascista de Madrid en colaboración con otros colectivos y que tienen lugar en centros sociales okupados de la Comunidad de Madrid en el caso de las charlas, y también saliendo a la calle en forma de manifestaciones. Este es el caso de la protesta  que hubo en Canillejas el pasado día 9 (que cubrimos desde Periodismo Digno), o la que se repite cada 11 de noviembre en memoria de Carlos Javier Palomino Muñoz. Este joven antirracista y antifascista fue asesinado a los 16 años por un militar, Josué Estébanez, que se dirigía a una manifestación convocada por la organización de extrema derecha Democracia Nacional (y autorizada por Delegación de Gobierno) en el barrio de Usera.

Este 11 de noviembre en el que se cumplían seis años del asesinato, no ha sido una excepción, y de nuevo en la boca de Metro de Legazpi un nutrido grupo de antifascistas le homenajearon al grito de “¡Carlos, hermano, nosotros no olvidamos!” o “Carlos vive, la lucha sigue”. Compañeros de la Coordinadora Antifascista colocaron ramos de flores y una placa en la calle en la que recordaban que el mejor homenaje que podemos hacerle a Carlos es continuar por él la lucha.

De forma paralela a estos actos organizados por la Coordinadora Antifascista, en el CSOA La Morada de Chamberí, tuvo lugar el pasado viernes 8 de noviembre la cuarta sesión de sus jornadas-taller sobre política, que en esta ocasión trataba sobre el auge de los nuevos -y no tan nuevos- fascismos. La jornada-taller contó con las intervenciones de Miguel Urbán (redactor de la revista Viento Sur y militante de Izquierda Anticapitalista) y de Daniel, miembro del colectivo antifascista Distrito14 de Moratalaz. Ambos hablaron de qué es y no es el fascismo, de la peligrosa banalización de la palabra y la importancia de tener claro su concepto para poder distinguirlo y combatirlo mejor, y de cuál es la situación a la que nos enfrentamos en la actualidad.

Al empezar, se nombraron varias veces algunas de las características más relevantes del fascismo. Entre ellas, por ejemplo, cómo se erige en destructor del movimiento obrero organizado, por lo que cuando esta organización obrera resurge con fuerza, es fácil que en paralelo surjan grupos fascistas que aspiran a convertirse en organizaciones de masas con más poder que los primeros, y con capacidad de anular su acción. Muchas veces utilizan una retórica revolucionaria para ganarse a la gente, y en cierto modo es verdad que pretenden alcanzar su idea de “justicia social”, pero esta justicia social no implica darle la vuelta al sistema, ni acabar con las diferencias de clase entre la clase dominante y la clase trabajadora (no reconocen la lucha de clases), ni empoderar a las personas para dar paso a procesos de autogestión o de reapropiación de los medios de producción. Puede parecer que tienen un discurso anticapitalista (y así lo hacen los nuevos grupos neofascistas que empapelan muchas calles de Madrid con sus carteles propagandísticos), pero nunca van contra las bases del sistema, la propiedad privada o las diferencias entre las clases sociales.

En la jornada se hizo un recorrido resumido por la historia del fascismo europeo, desde la Alemania nazi, el fascismo italiano o nuestro propio franquismo -aunque respecto a éste no había acuerdo sobre si era un fascismo clásico o si el franquismo quedaría fuera de esa definición-. En cualquier caso, en nuestro país, con una Transición hecha de puntillas o con pies de plomo, no se llegaron a depurar las responsabilidades penales por los crímenes fascistas / franquistas, y mientras que la cúpula siguió estando en la política activa, en el Ejército o en las llamadas “fuerzas del orden”, muchos militantes se integraron en partidos políticos que llegarían a alcanzar millones de votos, como el Partido Popular que, sin ser un partido claramente fascista, sí ha acogido a muchos fascistas que quedaron “huérfanos” tras la muerte de Franco.  

También se analizó el momento actual, con la presencia en las instituciones de distintos países europeos de partidos de corte fascista cuando no directamente neonazi (El Frente Nacional de Le Pen en Francia, Amanecer Dorado en Grecia, Casa Pound en Italia y otros menos conocidos también funcionando en Hungría, Rumanía, Bulgaria o en países escandinavos, fuertemente marcados por la islamofobia).

En España el 18 de julio pasado se presentó la plataforma unitaria “España en Marcha”, integrada por La Falange, Nudo Patriota Español, Alianza Nacional, Movimiento Católico Español y Democracia Nacional. Todos ellos son partidos de ultraderecha o fascistas, y presuntos responsables del ataque que sufrieron quienes celebraban la Diada en Madrid, en la Delegación de la Generalitat de nuestra ciudad.

Otro partido que quizá camufla mejor sus actitudes fascistas es el MSR (Movimiento Social Republicano) que, al estilo de Amanecer Dorado en Grecia, ha organizado bancos de alimentos, de juguetes o de sangre sólo para españoles y con un marcado carácter asistencialista además de xenófobo. Su filial joven en la Universidad es la Liga Joven, que junto a Respuesta Estudiantil pretenden defender la Universidad pública sin renunciar a su pensamiento neofascista.

Finalmente se trató la respuesta antifascista que hay que dar ante este auge del fascismo que vivimos, y que puede (y debe) ser muy amplia: desde rechazarlo a nivel intelectual, organizando charlas donde se identifique el enemigo a combatir y se conciencie a la población, hasta la acción directa, copando las calles, practicando la autodefensa, manteniendo la presencia antifascista en cada barrio y eliminando la simbología fascista que veamos en ellos. Por su parte, Miguel Urbán destacó que ya hacer política es luchar contra ellos, ocupar los espacios que ellos ocuparían y crear nuestras propias alternativas, por ejemplo bancos de alimentos autogestionados donde los usuarios se empoderen y sean parte activa del proceso (y por supuesto, abiertos a todos, inmigrantes o no). También destacó cómo el 15M ha servido de cauce para canalizar la indignación de forma práctica y hacia la izquierda, perdiendo fuerza las posibilidades de que una crisis social y económica como la que vivimos fuera aprovechada por los movimientos fascistas para crecer y hacerse fuertes. 

Durante el debate posterior asistimos a interesantes exposiciones sobre las visiones personales del fascismo entre los asistentes, de nuevo una llamada a no banalizar la palabra para no perder de vista al verdadero enemigo y una frase de Miguel Urbán que merece la pena rescatar: “No podremos crear un movimiento antifascista español de masas hasta que no recuperemos nuestra memoria antifascista”, refiriéndose a la voz tantas veces silenciada de los que en nuestro país se alzaron contra el fascismo.

La próxima cita para demostrar que, en efecto, estamos unidos frente al fascismo y que esta vez de verdad “No Pasarán”, será el 23 de noviembre, fecha en la que desde la Coordinadora convocan a las 18:00 desde Atocha a Sol bajo el lema “Frente al fascismo y la represión, organización en los barrios”.

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domingo, noviembre 19, 2017

Esto NO es cuidar (III): Salud Mental crítica ma non troppo

(Yo y el mundo de la Salud Mental crítica-ma-non-troppo)

Paso tiempo relacionándome con profesionales de salud mental (no solo psiquiatras, sino profesionales de distintos campos que trabajan en atención a salud mental: psiquiatría, psicología, enfermería, trabajo social, educación social, orientación laboral...) en espacios que se dicen críticos, que intentan generar debate y una nueva forma de pensar y construir (en teoría conjuntamente) la salud mental.

Hay muchos espacios donde se piensa la salud mental, yo sólo me acerco a esos espacios que al menos se dicen críticos, por mis propios autocuidados y protección a mi salud mental. No es que piense que en los otros espacios, los que son abiertamente violentos, en los que abiertamente el posicionamiento es que no tengo voz como loca y no debo tenerla... no haya que estar porque para qué (eso sería otro debate). Es simplemente que por mis autocuidados, por mi reacción a tanta violencia expresa, no puedo (ni debo, ni quiero) acudir a esos otros espacios. Estoy presente solo, y con una decisión consciente y meditada, en lugares, talleres, colectivos, jornadas, formaciones... que se dicen críticos.

Y aun así... encuentro eso, el título del post: Salud Mental crítica ma non troppo. Salud Mental crítica pero con moderación, como el vino; construyamos juntos pero recordando nuestros lugares, tú ahí y yo aquí un poquito más arriba; Salud Mental Crítica pero no exageres, qué locura. Y mira, a veces puedo más o menos fácilmente, pienso que ya iremos socavando los cimientos y al final se caerá por su propio peso y por fuerza habrá que construir algo distinto; o pienso que menos da una piedra y que al menos esta gente es "menos mala" que otra que directamente no nos daría un micrófono para la quinta mesa del tercer día de sus muy críticas jornadas...

Pero otros días no. Otros días veo TANTA violencia también en estos espacios, veo gente poniéndose la medalla porque con estar aquí ya ha hecho todo el camino de autocuestionamiento que tenía pensado hacerse -que ha sido bastante escaso, visto su discurso-, y además espera que le des la enhorabuena porque oh, con más como tú sí que habría una atención en salud mental estupenda, ¿cómo quieres que hagamos tu estatua de homenaje, de mármol, oro, piedras preciosas...? Y no hay una autocrítica real, y lo que se hace mal es porque lo hace mal el vecino, otros recursos, otras categorías profesionales, y lo que hace mal él es porque el pobre está atado de pies y manos (que es hasta gracioso -NO- que ellos repitan lo muy atados que les tiene el mismo sistema que nos ata a nosotros, locos y locas, con correas de verdad, no metafóricas, a la cama. Nosotros podemos pasar noches atados literalmente a nuestra cama y enloquecer en esas noches de angustia más de lo que ya estuviéramos, pero los que no tienen capacidad de movimiento son los pobres sacrificados profesionales, drama y dolor).

Como en el otro post sobre "Esto NO es cuidar", que con el plan que llevamos igual acaba siendo una saga más larga que "La rueda del tiempo" (como aclaración para los frikis ma non troppo también, o no-frikis, es una saga de fantasía épica que constaba de 20 volúmenes, y su autor se murió tras escribir el 19, ops), voy a dejar también algún ejemplo de cuándo esa salud mental crítica de la que presumes, igual tan-tan crítica, no es; cuando ese proceso personal que estás haciendo de revisión igual mucho no ha empezado si solo te has amurallado de excusas (ay, que no tengo recursos; ay, que no somos suficientes; ay, que tengo alguien por encima que no me deja; ay, que no tengo margen de acción; ay ay AY, que igual es que no te da mucho la gana...).

Van unos cuantos:

- Cuando organizas unas muy estupendas jornadas críticas con cuatro mesas de debate distribuidas en varios días, y como eres super crítico, en la última de las cuatro has llamado a un colectivo de usuarios; y en la primera de las mesas otra usuaria agradece el gesto pero dice no entender bien que en esa misma mesa se lleve dos horas hablando sobre la experiencia del manicomio sin ninguna persona que haya vivido esa experiencia desde el ser paciente en uno... si tu respuesta ahí es que bueno, ya tenéis espacio en la última de las cuatro mesas, y que además, también tienes espacio en esta porque te están permitiendo coger el micro desde el público (¿dónde está su medalla por no arrebatarme el micro cuando me definí como loca al iniciar mi comentario, DÓNDE?), pues igual el tema de salud mental crítica se desinfla un poquito. Que guay tu crítica a la psiquiatría hegemónica, dices clavando en mi pupila tu pupila azul, pero psiquiatría hegemónica eres un poquito... tú. Ops.

- Cuando en otras jornadas que empiezas con un discurso crítico sobre una nueva mirada en la salud mental, construir junto a los usuarios de los servicios, agradeciendo que estén hoy unos entre el público (oh, habrá una loca también en la última ponencia, bravo) y sigues con el mismo discurso en el que presentas resistencias, resistencias, RESISTENCIAS... pues eso. Que seguramente has leído mucho en la carrera sobre cuando los pacientes nos resistimos al cambio, pero no somos los únicos que se están resistiendo, ¿no?

- En otras jornadas (igual voy a demasiadas, la verdad) que hablan de derechos vulnerados y deberes incumplidos, y juro que el título no lo elegí yo ni ningún loco, que lo pusieron otros profesionales solos, pedidles cuentas a ellos... pues si vas a esas jornadas y tu comentario ahí es que bueno, es verdad que hay un estigma sobre la enfermedad mental y su violencia, pero los apuñalamientos ahí están también y no perdamos eso de vista... pues bien. Me quedo bastante sin palabras, pero vale, bien. Como recordatorio, algún psiquiatra ha matado también a una mujer que se negó a acostarse con él, y nuestro discurso no suele ir por "los estrangulamientos por parte de profesionales de salud mental están ahí, OJO". En fin, malentendidos (dijo el asesino, según la noticia enlazada).

Y ahora traigo un puñado de ejemplos más, que estos son lo que me ha hecho dedicar hoy un rato largo a este post, porque la mayoría de estos son de este mismo fin de semana, en un espacio de aprendizaje en el que repiten que la atención a la salud mental tiene que cambiar, que las cosas se hacen mal (el "se" impersonal igual es bastante a propósito porque por lo visto las hacen mal siempre otros), que necesitamos una nueva mirada abierta y la voz del paciente aquí y allá. Pero las resistencias por supuesto se mantienen, que yo al final me pregunto si a algunos les dan un pin en sus curros si hacen el curso porque es obvio que no se creen lo que les están contando, lo que ellos mismos repiten. Y en serio, si creen que se lo creen y luego dicen esas cosas, pues yo ya no sé quién se disocia o tiene daños cognitivos y deterioro avanzado y neurotransmisores averiados, o a ver si va a ser más un problema de genitales de amianto o una cara dura de hormigón armado, que si no yo no me lo explico.

Muchacho muy mucho importante en implantar en España la reforma psiquiátrica que igual tanto-tanto, tampoco reformó... nos comenta unas cosillas:

- En los dispositivos abiertos residenciales de la red social de atención hace falta más personal sanitario, debería haber enfermeras y profesionales de salud allí. Cuando se le pregunta si hacen falta siendo abiertos y estando pensados supuestamente para promover autonomía, contesta que hombre, puede haber usuarios diabéticos o tener problemas de salud generales. A ver. Que si lo que estamos hablando es de que haya enfermeras en general en todos los servicios públicos por los que pase gente, bien, hay gente pidiendo enfermeras en los coles por ejemplo (con ese argumento también, habrá niños diabéticos o asmáticos o que se hagan una brecha). Pero no estás hablando de eso, tú no estás pidiendo enfermeras en colegios, en aeropuertos, en el centro cultural del barrio y aquí y allá, que las paredes del centro cultural hacen brechas también como te des por descuido; y los ataques al corazón o la bajada de azúcar no se quedan en la puerta del mercado del barrio, porque ahí no toca, y en cambio ops, en la minirresidencia de locos ya hacen su agosto y les dan a siete. No, tú igual hablas más de medicalizar y poner siete profesionales de salud mental en cada espacio en el que estemos los locos. Vale. Salud mental no-tan-crítica, ¿no?

- Hablas también de tu muy buen curro transformando la atención sanitaria que era muy mala antes de la reforma pero entre tú y grandes profesionales le disteis bastante la vuelta (¿igual os pasasteis unos grados?). Sobre unos usuarios que estaban peor y reingresaban y reingresaban y estabas ahí preocupados, el comentario es: "claro, ellos ya se conocían, se potenciaban entre ellos...". Una se queda pensando, ¿estará este hombre diciendo que sus pacientes locos potenciaban cada uno lo mejor que tenía el otro, se intentaban dar apoyo mutuo entre iguales, crearon vínculos afectivos...? Oh, no, parece más bien que se le escapa por los poros el viejo discurso de que los locos nos retroalimentamos unos a otros, nos dañamos, nos hacemos mal. El discurso (dañino) de siempre, vaya, el "no te hagas amiga de otras locas, que os haréis daño", solo que lo comenta el mismo que en su diapositiva 16 destaca lo importante del movimiento de usuarios en primera persona. No sé si se creerá mucho al movimiento de usuarios, que igual están ahí retroalimentándose en sus asambleas, "potenciándose" esas locuras. Salud mental crítica-pero-con-moderación.

- Hay dos comentarios que voy a citar juntos. Para poner en contexto, imaginemos cuando alguien comenta "yo no soy racista, pero..." y cómo suele ser buena anticipación para un comentario racista por parte de alguien que, ¡oh sorpresa!, ES racista. Los dos comentarios en cuestión que quiero traer son:

a) "Las unidades abiertas (él hablaba del concepto 'rejas simbólicas' pero entendí que se refería a esto) están bien PERO con personal suficiente para vigilar que la gente no se vaya" → vale, no quieres unidades abiertas, pero te sientes mejor si en vez de puertas acorazadas o barrotes, hay dos muchachos-armarios que hacen la función de las rejas. Pues oye, muchos seguratas entre semana tienen días libres porque ser "puerta" del Pachá es más de fin de semana, así que igual llegáis a un acuerdo. Eso sí, no comentes mucho que estás a favor de las unidades abiertas ;-) (Como añadido, acabó la frase con "...que la gente no se vaya y se suicide, o madres que tiran a sus hijos por la ventana". Esto es muy como lo que he citado antes, el que dice que el estigma de las agresiones existe, pero ojo que los apuñalamientos están ahí, y por lo visto, los familiares siendo arrojados por la ventana, también).

b) "...como las contenciones mecánicas, que es una barbaridad, PERO muchas veces hay que hacer contenciones manuales físicas". Vale. Tú no eres racista PERO, y las contenciones son una barbaridad PERO. Ok.


Va otro puñado, estas ya se dieron por parte de diversas personas en ese mismo espacio formativo donde pensar en común como hacer las cosas distintas. (¿O donde pensar los de siempre cómo hacer las mismas cosas de siempre, pero sintiéndose mejor porque hicieron este curso? ¡A ver si no nos potenciamos y retroalimentamos en el mal sentido solo los locos, ay!)

Cuando llevan un buen rato dando vueltas sobre que el trabajo (cualquier trabajo, aunque en realidad se refieren a cualquier empleo, trabajo remunerado, claro) es positivo, además hablando de no sé muy bien qué estudio que relaciona tener trabajo, cualquiera y en cualquier condición, con mayor longevidad (la propia diapositiva hablaba de "satisfacción en el trabajo" y no del mero tener trabajo, pero cuando lo señalo me dice que la diapositiva está mal porque en efecto es cualquier trabajo... Yo intento introducir la idea de que a mí me parece un discurso dañino el de que lo único que te vertebra como persona es el trabajo, que solo a partir de ahí se hacen aportaciones a la comunidad y uno encuentra su valor y se integra en la comunidad; y que, de hecho, seguir manteniendo ese discurso también desde los servicios de integración laboral hace que la gente intente aguantar en trabajos de mierda que le están jodiendo por dentro y se rompa más. Que NO cualquier trabajo te ayuda en tu salud, muchos se la pueden cargar; y habrá que distinguir unos de otros y no forzarnos (con ese discurso dañino) a mantenernos en esos segundos (¡por nuestra salud!) cuando nos la roban. Apostar por incluir  en el sistema rentas básicas que nos den a todos un mínimo de seguridad económica; apostar por reconocer que otras aportaciones a la comunidad son valiosas y a través de ellas podemos sentirnos útiles y vertebrar también nuestras vidas (aunque no tengan una nómina asociada a final de mes). Se me contestan un puñado de cosas entre varias personas, todas profesionales, docente del espacio formativo crítico incluido):

- Muchas frases que me responden empiezan con "si no quieres trabajar", así que igual es que no se me entendió bien, porque yo no dije que no quisiera trabajar, sino que no quiero trabajar en trabajos que me jodan la vida. Que cuando volví a explicar esto se me dijo que no todo el mundo tiene la suerte de currar en algo que le guste o motive (quizá ellos sí, pero entiendo que creen que los locos tampoco vamos a aspirar a tanto), pero es que además yo tampoco hablaba de solo querer estar en el trabajo de nuestras vidas, sino poder no estar en el trabajo de nuestra muerte. A lo mejor también era aspirar a mucho...
- Que los niños, parados, jubilados y enfermos no son agentes sociales por no trabajar, si eliges no trabajar te estás quedando en los márgenes, abrazando la exclusión (esta es graciosa porque juraría que el que me la dijo está jubilado e igual él sí es agente social a pesar de su jubilación, que esta clase no la dio en el parque mientras echaba pan a las palomas, ni tampoco delante de la valla de la obra de su calle... pero por lo visto otros no lo somos. También me flipa que ante la teoría de que quien no trabaja no es agente social la reflexión no vaya por "¿qué hacer para incluir a esta gente como agentes sociales de la sociedad en la que viven?" sino un "¡trabajad, malditos!").
- Quienes no trabajais no tenéis poder porque el poder de parar el país solo lo tienen los obreros en las huelgas. En efecto, ni este hombre ni la clase conocen el tema de la huelga de cuidados y el hombre champiñón de los que se habla en economía feminista, y no se lo voy a explicar yo ahora comentando que habría otras maneras de parar el país, pero... ¿habrá salido a la calle desde la Revolución de octubre del 17? Porque yo también defiendo la lucha obrera, pero creo que la última huelga general que paralizó el país fue en el 88, (la mayoría de las alumnas de ayer o no habían nacido o no eran mayores de edad) y desde entonces ha habido bastantes putadas que no han detenido los trabajadores pese a su enorme poder de parar el país que por lo visto ellos tienen y yo no.
- Quienes no trabajais no tenéis poder porque no poseéis los medios de producción. Aham. Igual tener los bolis y los folios que hay en su oficina no es mucho tener los medios de producción, porque esos los tiene el patrón y no la chica que me hizo el comentario (que a lo mejor tiene un imperio empresarial en su haber que ríete de Amancio y yo me estoy colando, perooooo...).
- Si dependes de una renta básica o una pensión estatal tienes una sensación de dependencia enorme y ante un cambio de gobierno te quedas sin nada. Esta también es graciosa porque la dice la misma persona que se escuda en que no puede atender de otra manera a sus usuarios porque como ponga problemas en su empresa le echan y necesita ese sueldo. O sea, que él dice no poder elegir no dañar a la gente con la que curra porque le echarían a los diez minutos, pero la que no tiene autonomía en su vida porque cobra del Estado soy yo. Claro, claro.
- A la gente no le importa que el curro le joda la vida si lo necesita para alimentar a su familia. Vale. Pero si el curro te jode la vida y acabas despeñándote por algún abismo que te pille cerca, no les alimentas más; si te ingresan, igual tampoco cuidas mucho de tus docenas de hijos hambrientos; si estás en los curros precarios que nos consiguen (o en esos Centros Especiales de Empleo en los que la patronal -de los propios CEE- bien que se ocupó de tener un convenio propio simplemente por ser Centro Especial de Empleo, que habitualmente empeora las condiciones del sector al que el CEE pertenezca y que se habían conseguido con esa lucha obrera que es muy importantes a ratos, pero para esto la dejamos a un lado) con esos ¿500-600-700? euros que te paguen tus hijos tampoco van a comer hasta fin de mes; y de todas formas... a lo mejor también vivís en el mundo real y los usuarios de esos recursos no tienen docenas de hijos, incluso ¿ninguno?, porque lleváis grabándonos a fuego que no los tengamos, que heredarán nuestros trastornos, que los cuidaremos mal, que menudo lío cuando ingresemos, que cómo vamos a dejar la medicación para tener un embarazo, crisis asegurada...
- "Yo no voy a poner bombas ahora", comentario ante el mío de que es que hay que cambiar también algunos discursos dañinos y realidades sociales. Bueno. Quizá hay maneras de cambiar algunas cosas sin poner bombas, quizá no es asumible pretender cambiar la atención en salud mental sin querer tocar un pelo de ningún discurso dañino ni ninguna realidad social que alimentan el modelo actual. Quizá también (menos quizá y más certeza, la verdad) hay gente que dice querer cambiar la atención en salud mental, y miente (no sé si también a sí mismo o solo de cara a los demás).
- "Yo no digo nada, que tengo miedo", esta la dice una compañera cuando otra le pregunta por su opinión al currar ella en temas de integración laboral. ¿El miedo me lo tiene a mí? ¿Mi tono no es suficientemente amable cuando hablo de prácticas abusivas en la atención en salud mental? ¿No soy pedagógica, cuidadosa, no sonrío suficiente? OK todo, pero estaría guay leer algo sobre tone policing o cómo silenciar la ira de las personas oprimidas, aunque no creo que sirviera para hacer mucha autocrítica.
- Esta está en la cabeza de la lista de éxitos: "¿No querías ser igual?". "¿Igual que quién?" pregunto (felicitándome por mi autocontrol, que el "¿Igual que TÚ? ¡NO, por favor!" también me rondó la cabeza). "Igual que TODO EL MUNDO"). Estooooo... yo no le voy a dar consejos pero si está a tiempo de que le devuelvan parte del importe del curso, podría intentarlo; o si se lo pueden devolver a su empresa si se lo han pagado ellos, pues a lo mejor pueden comprar más de esos bolis que darles a los trabajadores para que crean poseer los medios de producción. Porque si a la octava clase, que han repetido bastante por activa y por pasiva el tema de la importancia de la subjetividad, de no igualar a las personas en un grupo pretendidamente homogéneo, que cada uno es de una manera con sus propias necesidades y deseos y biografías y tal... para este hombre sigue habiendo un TODO EL MUNDO que es de una manera, igual entre sí (y no nos engañemos, porque si apostamos a que tras ese "igual" quería decir "normal", ganamos la apuesta fijo), y los que elegimos quedarnos al margen ("abrazando la exclusión social" decía otro antes, no?) que somos de otra manera... pues está entrándole por un oído el discurso colectivo y por otro le está saliendo. Pero vamos, no, que no creo que haya un "todo el mundo" igual, y desde luego, si lo hay, no, no querría formar parte de algo así. Querría ser Yo.
- La última. Al final de la clase casi, hablamos de un supuesto metafórico: Hay un río del que no ves el principio, con bastante corriente, y sois un equipo de socorristas. Os está llegando gente a la que trae la corriente del río, gente que se está ahogando, y estáis sacándoles, salvando un ahogado, dos ahogados, tres ahogados… ¡llegan muchos! Pensáis, ¿pero por qué hay tanta gente que se cae al río? Y hay diversas opiniones: quizá sus propios errores y torpezas les hacen caerse al río, quizá se caen por mala suerte, a lo mejor se caen por intervención divina, a lo mejor hay algo o alguien que les está empujando… Teníamos que hablar un poquito sobre esto, una compañera comentó que igual uno de los socorristas podía dejar de socorrer y subir arriba al cauce del río a ver qué estaba pasando. Yo dije algo que me parece muy obvio, que es que igual se puede preguntar al muchacho al que salvas de ahogarse, en la orilla, que qué le ha pasado, si se ha caído, le ha empujado alguien, o qué (¿es TAN descabellado?). Y aunque una compañera aquí dijo “ah, qué bueno, claro”, otra respuesta fue “¿y qué, vas a dejar que otros se ahoguen mientras charlas con él?”. Que no entiendo por qué este comentario no fue el mismo con la compañera que plantea subir arriba del cauce, que igual lleva más tiempo, pero de todas formas: YA estamos muriendo, en la metáfora del río y en la realidad. En Coruña murió una paciente psiquiátrica mientras estaba atada con correas este febrero; otra chica, Andreas, de 26 años, murió también atada en Oviedo el pasado abril. Hay estudios demostrando que la toma prolongada de antipsicóticos reduce nuestra esperanza de vida hasta en 25 años de media. Ya estamos muriendo… y los muertos los estamos poniendo nosotros, así que somos muy conscientes de ello.



En fin. Aún habría más cosas que podría destacar, pero creo que hasta aquí ya me ha servido. Porque este post no es para echar mierda, la verdad, este post es porque en mi autocrítica, yo sí sé que esta rabia que siento no siempre hace más fácil la comunicación, claro, a veces la dificulta; y mi idea en este curso, sabiendo que me pondría en ciertas dificultades (no sé si imaginaba que así, pero que existirían algunas lo daba por hecho) sí era intentar aportar de forma constructiva en un espacio de pensamiento compartido. Y lo sigue siendo, si puedo, si me baja este nudo en el estómago y este fuego en la palabra. Y sé qué cosas me vienen bien, así que las hago, y cuando escribo aquí en este espacio que me es propio y no difundo aquí y allá por tierra, mar y aire, pues la rabia se queda un poco en la pantalla (un poco, como ya dije, otra poco la necesito para mí porque mi sumisión anterior me venía bastante peor aunque los profesionales la apreciaran más), y los pensamientos de "pero qué cojones?", o el “me cago en Dios” persistente en mi cabeza que me recuerda tanto a mi abuelo, se quedan también algo más quietos atrapados en la pantalla, y sus frases de mierda dañinas como esos "¿no querías ser igual? / yo no digo nada, que tengo miedo" se quedarán también algo más quietas en la pantalla en vez de rebotando en mi cabeza. Y me sirve decir aquí las cosas que no soy capaz de decir fuera, porque igual que cuando Hanna en La vida secreta de las palabras teme ponerse a llorar porque como abra las compuertas igual se inunda todo; yo mido bien la cantidad de fuego que dejo que salga en público, que no soy fan de los incendios. A Hanna le dicen que si todo se inunda aprenderán a nadar, a mí nunca me han dicho ante mi miedo a dejar salir demasiado fuego que hay un parque de bomberos en la esquina de mi calle (aunque de hecho... lo hay).


[Como aclaración final y para vuestra tranquilidad, informo que a fecha de 19 de noviembre de 2017 y contra todo pronóstico, cuento en mi haber con un total de...

- Cero (0) profesionales de salud mental apuñalados (fuera o dentro de jornadas, congresos, consultas, hospitales, medios de transporte, etc).
- Cero (0) bombas puestas.
- Cero (0) personas arrojadas por ventanas (incluyendo todos los tamaños, edades y parentescos: bebés, adultos, hijos míos o de terceras personas...; incluyo también en el término "persona" a todos los profesionales que van por ahí emitiendo este tipo de opiniones recogidas en el post porque entiendo que persona es un concepto bastante amplio)

Aunque podríamos valorar si quizá la primera y segunda cifra han podido quedarse cortas teniendo en cuenta las realidades que enfrentamos cotidianamente, he meditado sobre el tema y confirmo que NO tengo intenciones de que aumente ninguna de las cifras próximamente. Por mi parte, podéis vivir sin miedo, profesionales de salud mental del mundo y más allá. Lo de dormir tranquilos, ya irá según vuestra conciencia, así que para la inmensa mayoría, tampoco habrá problema 😉]

Visión menos épica que la anterior de ese
"Yo y el mundo de la salud mental crítica ma non troppo"
(regalo si has sido capaz de leer hasta el final)

miércoles, noviembre 15, 2017

Jugando al periodismo años antes de NO llegar a serlo (I): El nuevo Código Penal y la enfermedad mental: un ataque criminalizador y estigmatizante

Dentro de la misma lógica que me ha llevado a pensar en rescatar esos textos que guardo en discos duros antiguos y más antiguos, y papeles y cuadernos de hojas en blanco o con cuadritos, con y sin espirales, según la época... también quiero rescatar otros textos que fui publicando aquí y allá, como digo en el título, cuando jugaba a ser periodista años antes de nunca serlo. Hubo un tiempo, mucho antes de ver ningún artículo publicado, cuando era una peque aún más bajita de lo que soy hoy -es posible, sí-, que cuando pensaba en ese "qué sería de mayor" imaginaba un Yo periodista. Y no lo fui, no fui a la Universidad ni estudié periodismo ni trabajé en ningún periódico ni tuve nunca nómina de ningún medio de comunicación... pero bueno, jugando-jugando, sí escribí, sí publiqué este y otros artículos, y hasta sí fui a la Universidad pero no como alumna sino a dar alguna charla o clase (aunque esto es otra historia y -quizá- será contada en otra ocasión por aquí también).

Aquí uno de esos juegos-de-periodista, uno que sin saberlo entonces, me dejaría entornada una puerta (hasta entonces cerrada desde el desconocimiento para mí) al mundo de la salud mental crítica y al movimiento de usuarios de salud mental en primera persona. A raíz de documentarme para este texto localicé la web de ActivaMent, hablé con Hernán por primera vez... y eso acabaría trayéndome/nos tanta lana que tejer en redes de apoyo mutuo después...

Aquí va. Año 2013.  

[artículo publicado originalmente en la web de Periodismo Digno, hoy desaparecida, el 31/10/2013]

El nuevo Código Penal y la enfermedad mental: un ataque criminalizador y estigmatizante

El Proyecto de Reforma del Código Penal que fue aprobado en el Consejo de Ministros del pasado 20 de septiembre y que está pendiente de aprobación en las Cortes Generales, supone un inmenso retroceso en derechos para distintos colectivos. El texto pretende penalizar la ayuda solidaria a inmigrantes sin papeles, introducir una pena de prisión permanente revisable (eufemismo de cadena perpetua), o facilitar que acciones como la difusión en redes sociales de manifestaciones, la resistencia pacífica o la ocupación de sedes de bancos puedan ser consideradas delitos.

Pero hay también un colectivo con el que este nuevo Código Penal, en caso de aprobarse tal cual está el Proyecto, puede verse muy perjudicado; y que por estar especialmente invisibilizado y estigmatizado en nuestra sociedad, su pérdida de derechos no está teniendo tanta repercusión. Se trata del colectivo de personas con enfermedad mental.

¿Cuáles son algunos de los cambios que traería consigo esta reforma? Por ejemplo, hasta ahora cuando a una persona se la consideraba no imputable por causa del trastorno mental que padecía en relación al delito cometido, se le imponía una medida de seguridad. En estos casos solía consistir en un internamiento en un centro psiquiátrico, que no podía durar más que la pena que le hubiera sido impuesta en caso de ser imputable y aplicarle la pena correspondiente al delito cometido. Ahora esto cambia y, de forma sorprendente, lo hace en función de que se determine que la persona, por su enfermedad mental, es peligrosa y susceptible de cometer nuevos delitos. No se está juzgando el delito ya cometido, sino los que hipotéticamente pudiera cometer.

El prejuicio sobre los enfermos mentales como personas peligrosas está extendido en todas las capas sociales, aunque las estadísticas señalen que son más veces víctimas de violencia o malos tratos que causantes de ellos. El ámbito judicial no está exento de esos prejuicios, ese estigma contra el que seguimos luchando día a día pacientes, familiares, amigos y muchos profesionales de la salud mental. La batalla del ser considerado o no peligroso, lamentablemente, se tendrá muchas veces perdida de antemano. Y si finalmente la persona es considerada peligrosa y se enfrenta a la posibilidad de delitos futuros -muchos poderes adivinatorios están suponiendo tener-, podrán imponerles periodos de internamiento en centros psiquiátricos de cinco años, prorrogables por cinco años más, y así indefinidamente, independientemente del delito cometido. Simplemente porque presupongan que esa persona, por su trastorno, sigue siendo “peligrosa”.

Realmente el problema empieza antes, cuando según el código penal ya en vigor hay que hacer una evaluación exhaustiva de cada persona para considerar si es o no imputable. En la práctica, la exhaustividad brilla por su ausencia y quizás sea esa la razón de que según distintos estudios, entre un 25% y un más realista 40% de los presos en nuestro país presenten algún trastorno mental. De ellos, un 6% padece uno especialmente severo o grave y entre un 20% y un 30% combinan un trastorno mental con un problema de abuso de drogas -patología dual-.) Obviamente, un centro penitenciario no es el lugar más adecuado para reponerse de una enfermedad mental, con lo que el deterioro y/o la cronificación están casi asegurados.

Hablamos de todo esto con la Asociación Catalana ActivaMent y su secretario, Hernán María Sampietro. Esta asociación, como muchas de las impulsoras de un manifiesto contra esta reforma del código penal y su criminalización de la enfermedad mental, está compuesta por los propios usuarios de los servicios de salud mental. Sus miembros, empoderados y sin representantes más allá de ellos mismos, están intentando hacerse escuchar y recoger apoyos en la web www.colectivosaludmental.org. [Hoy ya inactiva, pero puedes leer aquí el manifiesto] A día de hoy, y funcionando sólo desde septiembre, lleva recogidas unas 1.150 adhesiones de particulares y de más de 110 entidades, un pequeño gran éxito, aunque según Hernán, “el único logro que podría considerarse una victoria es que no se apruebe la reforma”.

También nos cuenta cómo en un inicio tanto ActivaMent como la Asociación Sociocultural Radio Nikosia o la Asamblea de Majaras, esbozaron un boceto de manifiesto al que se sumarían como impulsoras del mismo: la Asociación de Bipolares de Catalunya, la Asociación Emilia Barcelona, la Asociación de Enfermos Mentales de Castelldefels, la Asociación Grupo de Teatro Imagina, la Asociación AADDMM Terraferma, la Asociación Mentalízate y la Asociación Saräu de Ocio Inclusivo.

La respuesta de Hernán a la pregunta de por qué en esta ocasión no se ha contado con los profesionales de la salud mental como sí se hizo en anteriores ocasiones (el Grupo de Ética y Legislación de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, compuesto por psiquiatras, psicólogos y juristas, es especialmente crítico con la reforma) es concluyente: “Los criterios usados son ideológicos y no sanitarios. Tampoco se ha contado con la opinión del Poder Judicial, el Consejo General del Poder Judicial considera el anteproyecto anticonstitucional”. Y remata afirmando que esta reforma “es un claro giro hacia un régimen totalitario”. 

Por eso, no es de extrañar que ActivaMent se haya sumado a su vez al manifiesto contra la reforma del Código Penal que la plataforma NoSomosDelito ha puesto también en marcha (en la web www.nosomosdelito.net). Porque la lucha es la misma, porque si nos tocan a una nos tocan a todas y esta vez nos están tocando a muchas. De nuevo en palabras de Hernán, “defender sólo nuestra parcela es lo que promueven desde los sectores del poder”. Y luego nos recuerda el poema de Martin Niemöller tantas veces atribuido a Bertolt Brecht y que acaba diciendo “...cuando finalmente vinieron  a por mí / no había nadie más que pudiera protestar”.

Por los que pueden defenderse y los que no, sumémonos a esta batalla. Unamos luchas, sumemos fuerzas pero no nos quedemos al margen. Esta reforma del código penal es un ataque a los de siempre, los de abajo, y se ensaña especialmente con algunos de los colectivos más vulnerables. Organicémonos, recogiendo firmas primero, en acciones más contundentes después si las firmas no les frenan. Porque no podemos dejarles que tapen del todo los ojos a la Justicia, la dejen ciega y la usen como arma contra el pueblo.

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miércoles, noviembre 08, 2017

Esto NO es cuidar (II)

Sé que hay gente que me percibe enfadada últimamente, enfadada con mis profesionales de salud mental, enfadada con mis profesionales sanitarios en general, enfadada con otros profesionales sanitarios de terceras personas a las que estoy acompañando (mucho) al médico en los últimos meses. Por si os lo preguntáis, no, no estoy enfadada con el mundo, ni siquiera con los profesionales sanitarios todos ellos como un único ente, pero me he hecho muchísimo más consciente en los últimos tiempos de un montón de violencias más sutiles o más obvias en las consultas, en el trato, en la relación médico-paciente. Por supuesto, estas violencias son más obvias en las consultas de salud mental y en las relaciones psiquiatra-loca / psicóloga-loca / enfermero-loca / celador-loca, y suma y sigue. En realidad a veces hay violencia en la relación general entre cuerdos y locos, que viene marcada normalmente de si el cuerdo se siente -no siempre conscientemente, supongo- superior a ti porque, oh, tienes el juicio nublado, porque eso es lo que se nos presupone, que el diagnóstico psiquiátrico (especialmente los que se asumen como crónicos e inmutables, o mutables solo hacia la degeneración y el empeoramiento) nos hace perder el juicio forever and ever, como cuando se come perdices en el cuento, porsiemprejamás; y ya no tenemos juicio ni en épocas buenas ni en épocas malas, ni cuando nosotros mismos reconocemos no pensar con mucha lógica (yo misma me digo "pienso mal/raro" porque reconozco el proceso); pero tampoco cuando nosotros mismos podemos considerarnos lúcidos, tranquilos, juiciosos. 

Pero en los últimos momentos veo muchas de estas deficiencias / violencias sutiles / faltas de respeto / incompetencias varias / falta de cuidados... más allá de la consulta de salud mental. Y me rebelo también, y oh, sorpresa, tampoco se recibe bien, aunque por mi parte haya cero insultos, cero gritos, cero voces que se alzan, cero aspavientos, cero amenazas. Supongo que cierta rabia sí hay, aun contenida, y eso se percibe y es lo que genera ese rechazo con el que me encuentro (cuando a alguien le estás generando rabia, igual pensar si hay algo que hayas hecho para generarla tampoco está de más). Supongo que ya no soy la paciente sumisa que fui, y no hay mucha costumbre a que quieras información y la preguntes y a la siguiente cita llegues con más información que tú también sabes buscar -la magia de Google y de que haya más médicos en redes sociales donde contrastar- y con más preguntes, y a veces cuestiones, y a veces señales, y a veces opines, y no siempre des por válida e incuestionable y eterna la VERDAD así con mayúsculas-subrayado-negrita, que te ofrece alguien solo porque tenga un título colgado en el salón de casa de sus padres.

En fin. Todo esto, decidir por nosotros, no informar de los distintos tratamientos disponibles, no informar de los posibles efectos secundarios de eso que has pautado, dar por hecho cosas del paciente que tienes delante sin preguntarle, dar indicaciones sin preocuparte de si las está entendiendo o no tu paciente, no atender a sus circunstancias personales cuando le haces recomendaciones o indicaciones terapéuticas, no escuchar, tomar decisiones en base a enfados, enfadarte como reacción a una o tres preguntas recibidas, burlarte de la "ignorancia" de tus pacientes que hacen que se equivoquen, que esas equivocaciones de tus pacientes -jajaja, mira qué catetos-, sean tan graciosísimas que tengas que exponerlas en público en redes sociales y artículos y -¿por qué ibas a quedarte ahí? ¡Dale hombre!- en libros recopilatorios con tooooodos esos errores TAN graciosos por los que de paso vas a llevarte un dinero (ya se lo podrían llevar tus pacientes que te han escrito el libro al fin y al cabo...). Y añado también otras conductas desgraciadamente habituales: no ser consciente de que todas estas cosas pueden dañar, aumentar nuestra desconfianza y cargarse los vínculos terapéuticos que debería haber entre profesionales sanitarios y sus pacientes; no daros cuenta de que esos vínculos deberíais cuidarlos y no socavarlos; reaccionar a la defensiva cuando no al ataque si os señalamos algo de estas cosas; no reconocer que la situación de poder en la que está el médico con un paciente, ese desequilibrio, no es en absoluto comparable al de cualquier otra profesión, no tiene nada que ver con el informático que hace bromas porque no entiendes de ordenadores, o con el mecánico que las hace porque no sabes de coches... 

Nada de esto es cuidarnos, ninguna de las cosas del párrafo anterior es cuidarnos. De hecho, son claramente lo contrario, son descuidarnos, son pequeñas violencias que se van sumando y que cómo al final no voy a ir con cierta rabia acumulada al ambulatorio, ains.

¿Algún ejemplo concreto de cómo se traduce todo esto en la práctica? Alguno va, sí:

- Cuando le dices a tu paciente, que no tiene tus sacrosantos estudios universitarios, que apenas sabe leer de hecho... que coma ciertas frutas con moderación, y tu preocupación por si ha entendido el mensaje es cero porque lo mismo te da que te da lo mismo, y no haces ninguna pregunta de comprobación para ver si en efecto el mensaje ha sido comprendido, y esa persona se va a su casa y se compra tres kilos de esas frutas que tenía que comer con moderación porque no sabe bien el significado de esa palabra y ha entendido que las únicas frutas que debe comer son precisamente esas... lo que has hecho tú como médico es de ser pésimo profesional sanitario, y ESO NO ES CUIDAR.

- Cuando a tu paciente que ves cada mes le insistes por decimocuarta vez en lo bien que le vendría a su piel fastidiada salir a su jardín a tomar el sol a poder ser desnuda, darse sesiones de nosequé en su bañera, y pasar meses en su casa de la playa, y ella te recuerda también por decimocuarta vez que no tiene ni jardín, ni bañera, ni casa en la playa, ni posibilidad de pagarse dos meses de hotel en Peñíscola ni en ningún otro sitio, y no, balcón tampoco tiene... pues además de preguntarme si tienes como médica una desconexión brutal con la realidad socioeconómica de tus pacientes, que trabajas en la sanidad pública y a lo mejor no lo sabes... pes lo mismo, que ESTO TAMPOCO ES CUIDAR.

- Cuando no te basta con hacer públicas todas esas meteduras de pata de tus pacientes que lo nombran todo mal, jajaja, mira que son tontitos; y además coges confusiones como "ha dicho hernia de boniato y no hernia de hiato" o "me dijo que con el Sexoral muy bien y era Seroxat, el antidepresivo", que yo qué sé, pues pueden ser graciosas aunque yo preferiría que las compartieras de cañas con tus colegas o en casa con tu mujer, y no necesariamente en redes sociales públicas para que el mundo entero se ría del error de tu paciente con menos cultura que tú... pero cuando además eso te parece muy gracioso y en el mismo saco de jijís-jajás, nos reímos todos, metes al paciente que jajaja entendió mal tus indicaciones ante su problema de azúcar, se puso insulina cuando no tocaba, y llegó en coma hipoglucémico a Urgencias, y tú es que te partes, "cuando despertó me dijo que total, como estaba mareado por una bajada de azúcar y para lo del azúcar es la insulina, pues hale ahí pinchazo" y todo son jajajás, en vez de cuestionarte si no eres un profesional incompetente que pone en riesgo a sus pacientes... pues ESO NO ES CUIDAR. De hecho, te estarás riendo pero un poco más y te cargas a ese paciente que dices que querías cuidar, que según sigues manteniendo, cuidas estupendamente.

- Cuando una paciente que te llega agobiada, que tiene un problema de salud y por eso está yendo a verte a la consulta, que cuando la citas para la semana siguiente te dice que un segundo porque tiene citas médicas cada día, y algunos días varias y en distintos lugares y además también tiene que acompañar a otros familiares a sus propias citas... y por un malentendido mientras le das la siguiente cita que ella está haciendo malabares para encajar tienes que volver a empezar y -oh drama- hacer los tres clicks otra vez desde el principio para reservar la hora a la que puede acudir, y claro, resoplas ostentosamente con un "hala, a volver a empezar, si es que..." quejándote de que te tenía que haber dicho y blablablá... pues si no reparas en el desequilibrio de malestar que es hacer de nuevo tres clicks en veinte segundos de reloj dentro por cierto de tu jornada laboral, frente al malestar que viene quien tiene no solo el problema de salud por el que está sentada contigo, sino problemas múltiples que le hacen tener citas médicas diarias además de la tarea de cuidados a sus familiares... pues mira, serás enfermera y llevarás bata y tu vocación será cuidar como os marcó el camino Florence Nightingale y tal, pero ya te comento que lo que haces, al menos con esa paciente, NO ES CUIDAR.

- Último ejemplo: como visto que a los profesionales sanitarios no os importa mucho si vuestros pacientes se están enterando o no de lo que indicáis y para qué vais a comprobarlo, cuando los familiares del paciente le acompañan a consulta con la sospecha de que la preparación que él ha seguido para X prueba no ha sido la que era necesaria para que los resultados fueran buenos, y en efecto había errores y el paciente -el mismo del primer ejemplo, que lee con dificultades porque no pudo estudiar de niño como la mayoría de su generación y aprendió las letras en la mili para defenderse mínimamente- se disculpa con un "es que yo entendí", y en respuesta le agitas en su cara los dos folios a doble cara con las instrucciones que debía haber seguido, espetándole "¡pero si está todo aquí escrito, no hay ningún misterio!", y él paciente se disculpa de nuevo avergonzado... pues estupendo todo, pero lleváis teniendo mal los resultados de esa prueba anual (en base a los que pautáis y modificáis su tratamiento) desde que hace cuatro años cambiasteis el procedimiento y lo indicasteis por escrito en esas hojas y os quedasteis tan anchos. Y no, ESO NO ES CUIDAR.

En fin. Que como siempre, como esa rabia que tanto rechazo genera y que viene un poco de aquí y bastante también de mi experiencia de muchas otras violencias en la atención sanitaria en salud mental, parece que dificulta mis relaciones con profesionales sanitarios aquí y allá -aunque no todos, lo que también me da una pista de que su actitud tiene que ver en esas relaciones que se enturbian o no se enturbian-, pues hago algo que me sirve en otros contextos: dejar aquí quieta en la pantalla esas sensaciones, esos pensamientos con su dosis de rabia que tan mal se recibe fuera, a ver si así una parte se queda aquí quieta donde no dañe y no se rechace.

(Una parte solo. Otra parte de esa rabia la necesito para mí: desde mi antigua sumisión no habría crecido personalmente nunca tanto como me ha permitido crecer parte de esa rabia que albergo ahora).