miércoles, noviembre 17, 2021

Leyendo (XIX): El pequeño vampiro (o cómo arroparse entre nostalgias)


EL PEQUEÑO VAMPIRO,
de Angela Sommer-Bodenburg
(Edición de loqueleo)
⭐⭐⭐⭐ (4/5)

Para el club de lectura de Librería La Sombra

Uno de los libros que marcaron mi infancia. Con 5, 6, 7 y 8 años, y algunos más puede que también, leía y releía esta saga sin entender por qué tardaban tanto en traducirse, pero también teniendo casi una fiesta de celebración cuando una de las continuaciones llegaba a las librerías. Los disfruté muchísimo, parte de mi amor por la lectura creció junto al pequeño vampiro, Rudiger, su hermana pequeña, Anna la desdentada (en posteriores libros acabaría siendo Anna la Valiente) o Lumpi el fuerte. 

Me encantaba la familia que formaban, cómo los peques se quedaban una y otra vez con sus padres, no solo a base de engañarles sino en muchas ocasiones diciéndoles una verdad que como no entraba en los parámetros estrechos de lo que es la realidad adulta, simplemente quedaban como “mira lo que se inventan estos chicos, qué imaginativos”.

En fin. Fui totalmente fan del fenómeno pequeño vampiro, y tenía miedo de que la relectura fuera avergonzarte y no sé si por los muchos elementos nostálgicos y tiernos bailando entre las letras frente a mi, pero he podido disfrutar mucho la relectura también.

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martes, noviembre 16, 2021

Bailemos con la escritura: de nieblas, perros y boinas rojas

Hace un año por estas fechas andaba disfrutando de las tardes compartidas con La Mare y más compañeras mientras aprendíamos sin vergüenzas y en un taller que fue ilusión y puertasabiertas, ganas y espacio seguro, risas y confianza, todo junto, maravilla conseguida sin que nos conociéramos ninguna antes. Y de ese TALLER con La Mare: "BAILEMOS CON LA ESCRITURA", salieron entre otras cosas cuentos, deseos, heridas por cicatrizar, fantasías, canciones, rimas y juegos compartidos. Aquí el resultado de una de esas sesiones.

Para este texto estas fueron las pautas (regaladas por Marti, otra compañera del taller):

Un perro y una mujer llamada Mistral, de unos 35 años, rubia, con abrigo y boina roja. 
Una isla, un arrecife.
Al mediodía.

En imagen:


En texto:

Hace años, antes de que su perro Lobo (sí, el nombre podía crear confusión y no le molestaba en absoluto) entrase en su vida, resoplaba al oír esos comentarios en los que la gente se jactaba de querer a su perro más que a muchas personas. Le parecía, incluso, una falta de ética mencionar algo así. Conocer a Lobo había modificado ese prejuicio. Su perro había estado con ella, fiel compañero, cuando casi todos habían preferido irse. Había soportado sus lágrimas y su insomnio, la había acompañado en noches llenas de dolor en las que el aire se le escapaba de los pulmones y, durmiendo tranquilo en su cojín, en otras en las que la lujuria se desfogaba en su cama (normalmente con una segunda persona involucrada también). Lobo era familia y compañía, calma y recuerdos compartidos, camino y aliciente para volver a salir siempre de la cama, día tras día tras día.

Por eso, no podía reprocharse más lo que había pasado. Maldito viaje a las islas… ¡Canallas, debía ser su nombre, y no Canarias! Habían iniciado juntos una ruta de senderismo por un camino bordeando la costa, cerca del arrecife. Sin pensar mucho, al salir del coche para empezar a andar había tomado su boina, pensando que así el pelo se mantendría ordenado durante la caminata. Absurda coquetería… Tras un rato largo de caminata, y cuando habían encontrado un buen lugar donde sentarse a comer un tentempié para reponer fuerzas ya cerca del mediodía, un golpe de viento había hecho volar su boina roja fuera de la cabeza, salir rodando unos metros más allá y de nuevo otro tanto en una segunda bofetada de aire. Creyendo que aún podría recuperarla, había corrido tras ella, pero el tercer soplido del viento la había deslizado acantilado abajo, fuera de su alcance, y el gritito que dio al perderla de vista no sirvió para detenerla, claro.

Volvió abatida a las rocas donde se había sentado con Lobo a comer… y para colmo de males, tampoco le encontró por ningún lado. Gritó su nombre hasta quedarse sin voz. Abrió toda la comida que habían llevado, sus salchichas favoritas, le llamó y llamó entre lágrimas. Nada. Se asomó al acantilado y tembló: el viento, el arrecife, el terreno inestable... ¿Se habría caído? ¿Cómo era posible? ¿Allí en medio de esas rocas iban a separarse sus caminos? ¿Por su coquetería, su despiste, su falta de cuidado?

Esa tarde se le hizo eterna. Siguió buscando sin suerte. Las lágrimas tampoco le dejaban ver demasiado, en realidad, y tenía que volver al aparcamiento si no quería que se le hiciera de noche y quién sabe si hacer ella también compañía a Lobo allá al fondo, golpeando ambos cuerpos contra las rocas, junto a las olas. Reticente primero, realista después, marchó de vuelta al coche y, tras una llantina desoladora sentada con el volante fuertemente apretado para no hincar sus uñas en la carne, se dirigió de vuelta al hotelito rural en esa isla a la que lamentaba tanto haber viajado.

Por la noche, el insomnio hizo presa de ella. Y se sentó a escribir, desvelada. Así llamó al texto que iba saliendo de isus manos atropelladamente, de su alma, de muy dentro:

DESVELADA

Como soy reina y fui mendiga, ahora

vivo en puro temblor de que me dejes,

y te pregunto, pálida, a cada hora:

«¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!»

Quisiera hacer las marchas sonriendo

y confiando ahora que has venido;

pero hasta en el dormir estoy temiendo

y pregunto entre sueños: «¿No te has ido?»

Gabriela Mistral

(dejó firmado en la nota).

La noche y el cansancio la tumbaron. Tras escribir ese poema que se sumaría a los que llevaron a la conocida poeta Gabriela Mistral a recibir el Nobel de Literatura, se quedó dormida. Y soñó que, como invocaba en su poema, su querido perro Lobo estaba con ella al despertar, con su boina roja en la boca, habiendo encontrado él solito (siempre había sido inteligentísimo, más que muchas personas que había conocido), el camino de regreso al hotel.

Más allá de saber que algunos deseos se cumplen, y que hay quien cree que las energías que ponemos en nuestros deseos tienen mucho que ver en que se cumplan o no, lo cierto es que no sabemos si Gabriela Mistral y Lobo se reencontraron. Pero sí nos consta que este poema, “Desvelada”, fue escrito de su puño y letra, y que en algunas de las fotografías que tenemos de ella más adelante, luce una hermosa boina de la que desconocemos el color por el blanco y negro de la época… pero a mí me parece que bien pudo ser roja.

Escrito en noviembre 2020, jugando en el Taller con LA MARE: "BAILEMOS CON LA ESCRITURA"

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sábado, noviembre 13, 2021

Ausencias y lejanías

De nuevo,
mi cabeza-queso-gruyere
llena de agujeros
hace de las suyas:

levanto dispuesta al domingo
y, MEEEEC, error,
el calendario dice miércoles.

¿Y estos días que me robaron?
¿Fueron angustias, cansancios, fueron vacíos o simplemente no estuve? ¿Tan lejos me voy de mí que nada recuerdo? ¿Tan lejos, que no estoy?

Busco en el móvil, en las fotos. Los gatos, nuestros gatos, los sofás, los memes. Mandalas, parques, altar por el día de muertos. Parecen cosas que alguien como yo podría haber hecho. Quizá las hice. Quizá soy yo. 

Pero qué lejos de mí estoy entonces, si es a través de la memoria de mi móvil como puedo recordar algo de tres, cuatro, cinco días enteros.

No estoy mal,
no hay angustia
ni deseo de desaparecer.

Ese es mi "no estar mal" -con qué poco se conforma una
cuando el malestar arrastra, inunda
y me deja declarada zona catastrófica-.

No estoy mal, digo.
Pero tampoco estoy.

"Ni está ni se le espera", decían en casa hace mil años,
lo mismo hablando de la madurez del kiwi;
del que cambió chaqueta de pana por menuda chaqueta, jefe;
o de mi padre perennemente ausente.

Y ahora siento no estar,
no sentir de pedir perdón
que me sería muy propio también,
pero hoy digo sentir de saberme, de encontrarme en mí,
de "no me siento - no me escucho”
que no sé si es igual, como antes,
y podría aplicar aquella frase antigua.

No estoy. No estoy.
Ni estoy ni se me espera.

#escriviviendo 
#cotidianeidades 
#soledades 
#micerebrocomounquesogruyere 
#recuerdos 
#lagunasquesonoceanos 
#blablablásdegacela

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viernes, noviembre 12, 2021

Leyendo (XVIII): Se buscan mujeres sensatas (o el sueño de ser bibliotecaria subversiva)


SE BUSCAN MUJERES SENSATAS
de Sarah Gailey 
editado (¡precioso!) en Crononauta
con traducción de Carla Bataller Estruch
y portada (100% 🥰🥰🥰) de @medusadollmaker
⭐⭐⭐⭐ (4/5)

Me costó un poquito entrar en la lectura, creo que sobre todo por la ambientación tipo western, pero a medida que avanzaba y que iban desarrollándose tanto trama como personajes he ido disfrutando más y más de esta pequeña novela, otro de los títulos que he leído como parte de las lecturas propuestas en el club de lectura online de la librería La Sombra.

Cerca del final ya me tenía ganadísima, y los últimos capítulos me los he bebido disfrutándolos un montón. Fan del grupo de bibliotecaries protagonista, de su ser y hacer disidente en el mundo autoritario que viven. Fan de las decisiones editoriales y traductoriles en Crononauta (algunas además hemos tenido el placer de comentarlas en el mismo club de lectura con le propie traductore, Carla, ha sido genial -y de agradecer- tener esa posibilidad tan chula al venir elle también a compartir al club). Fan de que hayan apostado por una historia de necesaria trama antifascista en la que nuevamente hay una representación diversa en cuento a identidades de género y orientaciones sexuales, como la vida misma (pero qué ausencia clamorosa en la mayoría de libros que se siguen editando, parece mentira que sea 2021). Casi todas en el club expresábamos que nos hemos quedado con ganas de saber cómo continúan Cye y Esther viaje, más sobre este mundo, ojalá su autore nos regale una segunda parte en el futuro.

Ser bibliotecaria siempre me había parecido un curro chulo, desde mi Yo niña. Estas bibliotecaries rebeldes que, con sus grises y sus brillos, plantan semillas de futuros posibles a lomos de caballos entre el polvo desértico, le dan nuevas posibilidades y giros a ese sueño de infancia. Un libro muy recomendable, hasta la última página. Gracias por traernos historias así 💜💜💜

#librosymaslibros 

#editorialesindependientes 

#librosquenoseolvidan 

#lecturasrecomendadas



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