lunes, octubre 22, 2018

Día de Muertos (I: el previo)



Hay algo que lleva tiempo tomando forma en mi a-veces-lúcida cabeza loca. Empezó meses atrás, cuando vi COCO (sí, la peli de Disney. Solo por ella ya tendríamos que vernos obligadas a salvar a Disney y su cine de la hoguera, y el amor romántico ya nos lo trabajaremos juntas entre las que crezcamos con sus pelis).

Para nadie que haya leído un puñadito de entradas del blog será una gran sorpresa que he tenido una relación más cercana con la Muerte (la propia, sobre todo) de lo que suelen recomendar. No he estado muerta nunca, obvio; pero ha sido un estado muy ansiado, la propia imagen de la Muerte (con frecuencia la descrita por Gaiman, alguna vez la de Pratchett en el Mundodisco) me ha acompañado muchísimo y he "hablado" horas y horas y horas con ella (todo lo que se puede hablar con quien no te contesta, como lo hacía a menudo de adolescente, como lo hace gente con sus dioses, sus plantas, mascotas...)

De más peque leí bastante sobre mitología celta, sobre el Samhain, las brujas, la porosidad / permeabilidad entre el mundo de los vivos y los muertos precisamente esas horas, que aquí adaptamos como Día de los Muertos y de Estados Unidos vamos importando su Halloween, la Víspera de Todos los Santos / Muertos. Desde la cultura celta esta fecha se celebraba pero en lo que yo leí, normalmente desde cierta solemnidad, del reconocimiento de un mayor poder mágico esos días, también desde cierto temor a esa permeabilidad y ese poder (¿y si los muertos nos llevasen con ellos? ¿y si las brujas nos maldicen? ¿y si hubiera un sacrificio que...?) y utilizando estrategias para sentirse seguros frente a ese mundo que les resultaba frío y atemorizador. Pasé tiempo recogiendo informaciones sobre todo esto -para mí simbólico, en mi cabeza la muerte no es un nuevo principio-, y recopilando algunas en una antigua web puro años 90, con todas sus posibilidades de horterez maximizadas, murciélagos que volaban según movieras el cursor, GIFs parpadeantes, músicas que sonaban cuando entrabas en la página y no había manera de quitar, purpurina y brilli-brillis aquí y allá, javascripts que hacían que nevara o que el agua hiciera ondas, todo lleno de fondos con muchos colores y de letras en Comic Sans. No sabía entonces que igual mi web era un buen homenaje al MAL con mayúsculas, y afortunadamente los servidores de hosting de los años 90 murieron -ellos sí-, y las personas aprendimos mayoritariamente qué contenidos debían quedar guardados bajo siete carpetas en lo más profundo de nuestro disco duro muy muy antiguo 3.

Entre esos 20 años de mi post-adolescencia y mi Yo actual ha habido cambios (por ejemplo, aunque sigo sin saber combinar colores, soy más respetuosa con los daños que puedan sufrir los ojos ajenos). Pero en todo este tiempo, he seguido paseando a veces demasiado cerca de la Muerte, me he dormido varias veces pensando "hasta aquí", e incluso en épocas de bienestar y calma y actividad... ha permanecido en un segundo plano el pensamiento de fondo de "ya, ya, si ya iré". 

Este año estuve ahí también, no con un "ya iré" difuminado sino más un timbrazo al telefonillo de esos de "¿me abres, que estoy abajo?". Antes de llegar ahí hice todo lo que supe y pude y fui capaz por posponer y posponer y posponer, consiguiendo cosas que nunca antes había conseguido, pedir ayuda de maneras nuevas, inventar cómo apoyarse, cómo apoyarnos. Aunque luego meses después llamara al telefonillo...

Este año he sentido que he estado más lejos de mí, de Otros, de mi vínculo vital... de lo que llevaba años sin estar. La gran mayoría de mi entorno actual, fuera de mi escueta familia, no había vivido ningún proceso parecido conmigo, porque en los últimos trece años no había estado tan-tan abajo. Yo misma no había vivido un proceso parecido, porque mi empoderamiento personal en mi proceso de psiquiatrización y el haber adquirido conciencia de las enormes violencias del sistema psiquiátrico, si bien me ha facilitado cosas y me ha dado herramientas, también me ha dificultado algunas otras en esta última ruptura grande del vínculo vital, y me ha impedido hacer la escalada, la vuelta a casa, por caminos que ya hubiera recorrido. No he ingresado, no he sepultado mi dolor bajo una capa gigante de medicación que lo taponase todo, no he usado apenas-apenas otras herramientas antiguas como la autolesión... y bueno, ha sido un camino terriblemente largo y gran parte de él hecho entre brumas y sin saber dónde pisábamos, en terreno desconocido. Pero aquí estamos, vivas.

Lo que empecé a tejer en mi cabeza tras ver Coco como posible idea si es que llegaba a octubre, ahora tiene forma de notas en un papel y de acción simbólica próxima, no para intentar forzar algo como pensaba al idearlo (lo imaginaba un poco como "si te miras y sonríes por la mañana y te dices algo bonito, acabas pensando cosas bonitas", como dice esa autoayuda en la que creo poco o nada). Pero en mi idea de esos meses difíciles atrás me imaginaba que si llegara a octubre, tal vez podría hacer una Noche de Muertos en mi casa, no solemne y fría como la celta sino colorida y que nos diera calorcito, como la mexicana. Y que para entonces (¡quedaba TAN lejos, era TAN imposible imaginarme sólo despertando día tras día tras día hasta que pusiera octubre en el calendario...!) quizá no necesitaría ya morirme, quizá podría haberme rehecho de alguna manera que aún me resultaba una incógnita...

Pensaba que quizás podría (y ahora siento que en efecto, podré) aprovechar esa Noche de Muertos para hacer cosas bonitas, entre ellas decirle a la Muerte, la de Gaiman, la de Pratchett, que mira, mejor no. Que sé que siempre le he dicho que ya casi voy, que voy en breve, que me esperen, que quizá el año que viene o el siguiente, o dentro de un par a más tardar, que estoy cerca... Pero bueno, aprendiendo del feminismo la capacidad del recular cuando queramos, del poder decir que ah no, es que ahora no me apetece, ahí te quedas... pues quiero aprovechar para decirle que la verdad, sabiéndome limitada para decidir sobre eso, pero hablando de lo que sí esté en mi mano: no, no me apetece, no voy. Vamos, que iré, que la inmortalidad no es algo que me interese, pero que si de mí depende, iré ya después, iré ya dentro de mucho, porque hay muchas cosas que me apetece hacer aquí, con los vivos, en este mundo, aunque está como está o precisamente por eso, porque a veces siento que en ese estar como estar (de regulero) yo puedo sumar un poquito a una mejora chiquita, a dar calor a gente que está aquí y que también intenta un cambio... Y que además aquí hay mucho por leer, librerías por conocer, pequeñitos a los que enseñar juegos de palabras, masajes que recibir, comidas que probar, cosquillitas que hacer, proyectos a los que aportar, centros sociales que okupar, desahucios por parar, leyes por cambiar, besos que dar, pelos que revolver, videos de EpiBlas que grabar, canciones que cantar, galas de OT por ver, EscapeRooms de las que salir a tiempo, amigas a las que amar y consolar y abrazar y hacer reír y besar, amores de los que disfrutar, vínculos que crear y alimentar y fortalecer, galas de circo que ver, chistes malos que inventar y aplaudir, carteles que diseñar, microcuentos chorras que escribir, fanzines que leer, festivales de ciencia ficción feminista en los que encontrarnos y aprender, charlas que compartir delante de una cocacola o más allá, en Twitter y donde sea; memes (¡y mimos!) por hacer y hacernos entre risas, conciertos de amigas en los que ser sus groupies, webs que actualizar, trajes de tropecista que llevar puestos, denuncias por poner, juicios por ganar, audios que grabar y escuchar, pelis y series que ver, gente preciosa por desvirtualizar y alguna a quien bloquear, musicales por ver cantando por dentro y por fuera, partidas de trivial por echar, hijas de amigas a quienes ver crecer, cursos y jornadas en las que aprender (a todos los lados de la mesa), partidas de rol en las que defender al muchacho embarazado u otras cosas que inventemos, bailes tontos en los que sorprendernos, botes de virtudes de amigas en los que poder colocar un papel con cuánto de bueno nos dan (y leer cuánto bueno les damos), asambleas en las que pensar y construir y transformar juntas, canciones de Xuxa y de Los Gandules y de Abba y de Piperrak y Silvio y Shakira y Extremoduro y más mezcolanzas raras que hacer, postales que enviar y recibir, culos por ver un segundo y ya no están, caricias que dar y recibir, cuentos que leer en voz alta mientras alguien se duerme, historias que oír quedándome dormida, viajes por hacer aquí cerquita o allá lejos, gente con quien vincularse bonito bonito, vínculos que seguir alimentando y protegiendo y haciendo crecer (y si los vínculos estan repetidos en el texto por algo será), aviones por despegar... Y mucha mucha gente bonita que está aquí y con quien quiero seguir compartiendo, y también un puñadito que ya no están aquí y yo quiero elegir recordar

Vamos, que tengo mil cosas que hacer, son cosas que me apetece hacer, y la verdad, para poder hacer cualquiera de las de este listado, que son solo una muestra, está el requisito bastante imprescindible de estar viva. Así que me apetece estarlo y en lo que esté en mi mano, mi decisión es esa, me quedo aquí. Y claro... entre tú y yo, al final acabaré yendo, Muerte, que yo te aprecio y es verdad que cuánta compañía me has hecho siempre que he estado solísima, buf. Pero en lo que de mí dependa, iré cuando acabe, dentro de mucho, al final. 

Y en este tiempo que dure el mientras (que haré lo posible para que sea un "mientras" largo), te agradecería si, ya que yo no te necesito cerca ahora, te alejas también una racha de mi gente, mis vínculos y los suyos a su vez. Que menudos meses a la espalda...


Gracias a la gente bonita que me acompañáis en mi camino -desde las muchas maneras distintas en que se puede acompañar-, porque sin vosotras estar aquí, no solo en el planeta ni en el mundo, sino en este aquí concreto -es un aquí desconocidísimo para mí- no hubiera sido posible ni inimaginable ni me hubiera interesado quizá tampoco. Si me voy a algún lado, que sea irme a-Marte con vosotros, vosotras, contigo...

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