Probando, probando...
Me gustaría no volver a sentir mi cuerpo como cárcel, mi cuerpo como obstáculo que se interpone entre el mundo y yo. Me gustaría disfrutar más de él, sentirlo más propio y no como algo ajeno, dormido, algo con lo que tengo que cargar porque, al fin y al cabo, lo necesito. Me gustaría sentirme orgullosa de él, cuidarme, cuidarlo. Ser consciente de la unidad de cuerpo y mente, en vez de esta dualidad, esta manera de disociarlos. Mimarme, dejarme mimar.
Pero me sigue costando. Y por eso, entre otras cosas, este intento de reconciliación a través de sus manos en mi cabeza, en mi espalda, en mis pies. Sus manos intentando despertar este cuerpo eternamente adormilado, este cuerpo que mi cabeza se niega a reconocer como regalo que es. Sus manos escuchando a un cuerpo cuyo lenguaje yo aún no entiendo.
Por probar, nada se pierde...
Pero me sigue costando. Y por eso, entre otras cosas, este intento de reconciliación a través de sus manos en mi cabeza, en mi espalda, en mis pies. Sus manos intentando despertar este cuerpo eternamente adormilado, este cuerpo que mi cabeza se niega a reconocer como regalo que es. Sus manos escuchando a un cuerpo cuyo lenguaje yo aún no entiendo.
Por probar, nada se pierde...
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