Distancia

Cuando me haya sumergido en el olvido,
cuando me haya diluído en agua y sal,
cuando sea un trozo de lo que has vivido,
cuando sea tanto como tu me quieras recordar,

cuando sople el huracán y te arrastre hasta gritar,
no te asustes porque estoy detrás de tí,
y aunque no me puedas ver piensa en mí y allí estaré,
cuando apriete con violencia el vendaval,
asustando al huracán.

(Asustando al Huracán - Revólver)

Ya he dicho muchas veces me duelen especialmente las despedidas. Y ha habido muchas, demasiadas, de las que se clavan y siguen doliendo anyos y anyos después.

Sobre todo ahora mismo estoy pensando en esos amigos que se distanciaron, que vieron que estar cerca era demasiado difícil, seguramente porque yo no reaccionaba como debía hacerlo, porque yo seguía estancada mientras ellos se movían, avanzaban, claro... y me viene a la cabeza aquel post sobre el Pantano de la Tristeza, hace anyos, esta vez desde el otro lado: veo a los amigos que renunciaron como a ese Atreyu que intenta sacar del pantano a Ártax, pero se vuelve tarea imposible, el caballo ya ha abandonado la lucha... y también Atreyu tiene que abandonarle a él, porque de no hacerlo se vería abocado a hundirse él también en lo profundo del pantano.

Así, hubo buenos amigos, algunos realmente importantes para mí, que se alejaron para salvaguardar su integridad... y lo entendí en su momento y lo sigo entendiendo, pero no deja de dolerme tantas veces, astilla clavada. Me duele y me siento culpable porque seguramente fui yo misma la que provocó el distanciamiento, el alejamiento.

Pensando en esas personas cuelgo hoy este vídeo. Porque cuando a veces he podido reencontrarme con alguna de ellas, es lo que he pensado. Y porque con quienes el reencuentro no se ha producido, o con quien se ha producido a medias, desde la distancia quizá estemos cerca de alguna manera. O eso me gustaría pensar...

Quiero más...

Llevas anyos enredada en mis manos,
en mi pelo, en mi cabeza.
Y no puedo más, no puedo más.
Debería estar cansada de tus manos,
de tu pelo, de tu cabeza,
pero quiero más, yo quiero más.

(No puedo vivir sin ti - Los Ronaldos)

Ya son cuatro anyos a su lado. Compartiendo momentos, sonrisas, amigos, hasta casa, habitación y colchón de un tiempo a esta parte. Nunca había estado tanto tiempo de la mano de ninguna pareja, he tenido tres relaciones serias y con el primero compartí dos anyos, con el siguiente -que tanto me marcó-, compartí tres. Y ahora, con él, hacemos cuatro anyos juntos. Enredado en mis manos, en mi cabeza, que dice la canción. Cuatro anyos...

...y sigo queriendo sumar momentos a los ya vividos. Aunque no tengamos la relación perfecta (¿alguien la tiene?), como decía otra canción, "no es perfecta, mas se acerca a lo que yo simplemente sonyé". Porque yo, y seguramente muchas personas, sonyé estar con alguien que entendiera mis altibajos, que supiera y quisiera apuntalar mi precaria estabilidad, alguien capaz de hacerme reír y de secar mis lágrimas, alguien que quisiera acompanyarme en mi camino sin importarle los nubarrones que demasiado a menudo aparecen en mi horizonte. Alguien que quisiera convertir ese horizonte en nuestro.

Y así llegamos. Tras cuatro anyos, cuando no hay posibilidad de esconder los defectos ni de fingir ser princesas ni príncipes azules, podría estar cansada de sus manos, de su pelo, de sus rarezas. Pero ni mucho menos. Quiero más... yo quiero más.



[Este post debió publicarse hace unos días, concretamente el día 10, pero por cuestiones de agotamiento, sale hoy, que es fin de semana y me pilla descansada y con tiempo. Si es que, cuando se es un desastre, se es... ains!]