domingo, octubre 07, 2012

Exp...

Te exprimes. Te expones. Explotas.

Te exprimes. Intentas hacer esto, lo otro, lo de más allá, llegar a todas partes, estar para todos y también para ti. Dar lo mejor de ti en cada momento, hacer las cosas lo mejor que sabes, arreglar este roto y aquel descosido. Pelearte esto en lo que crees, aquello que también es importante y una cosa más que también necesita un toque. Estar aquí, allí y en este otro sitio en el que también hay que hacer algo, cambiar, florecer revoluciones. Y quieres hacer tuyas todas las peleas en las que te sientes parte, todas las luchas, todas las batallas. Te exprimes -y lo curioso es que no te exprimen otros, te exprimes tú-.

Te expones. A fuerza de exprimir te vas haciendo blandita, vas mermando fuerzas. A fuerza de batallar, un día es organizar una jornada de charlas para que salga perfecta, contra viento y marea; otro es salir de una plaza infestada de antidisturbios con ganas de sangre; otro, resucitar lo abandonado e insuflarle vida; además del trabajo y las prisas por no llegar nunca a los plazos, y la lavadora sin poner y el suelo sin barrer y la nevera pidiendo auxilio... y te vas haciendo pequenya entre tanta tarea demasiado grande, te vas agotando y dando pasitos cada vez más cortitos que no te sirven para llegar a todas esas partes en las que querrías estar y ya no puedes.

Y explotas. No con un "BOOOOM" en mayúsculas, como acostumbrabas a hacer, no con una explosión atronadora que derrumbe los edificios cercanos. Pero explotas dentro y no quieres hacer tuyas más luchas ni batallas ni peleas ni siquiera discusiones en el patio de vecinos. Explotas dentro y tienes suenyo y ganas de arroparte, y te tomas algún pequenyo círculo blanco ranurado por la mitad para cerrar los ojos unas horas -sólo unas horas- y poner la mente en  blanco y el cuerpo en off. Explotas dentro y de pronto todas las voces amigas que esperan fuera se quedan ahí, fuera, porque creas barreras que -los pocos a los que les interesa- no saben cómo traspasar. Explotas dentro y tendrá que pasar un tiempo hasta que reconstruyas órganos internos, des puntadas con hilo que coloquen de nuevo cada célula en su lugar y vuelvas a tener ganas de sonyar despierta, de pelearte esos suenyos.

Y de aprender a hacerlo sin exprimirte hasta el agotamiento, sin exponerte hasta la total vulnerabilidad y sin explotar hasta quedar, una vez más, hecha anyicos.

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