Las cabezas emborronadas no sabemos titular
Andaba leyendo hace algunas mañanas dos textos de Anne Theriault y reconociéndome en el brutal esfuerzo, cansancio y agotamiento que algunas veces, algunas rachas, algunos meses... puede suponernos el trabajo durísimo diario de seguir con vida (otro trabajo más, el más difícil, de esos sin nómina que algunas hacemos mientras hay quien nos recrimina que "si no queremos trabajar, elegimos quedarnos al margen y abrazar la exclusión social" -y sí, el autor de la recriminación es un profesional de salud mental que nos cuidan fenomenal, de esos de izquierdas tan reputados y críticos-pero-no-exageremos, que hicieron la reforma psiquiátrica en nuestro país con sus propias manos desnudas, y que teniendo estas opiniones como base, pues así les quedó, supongo-).
Leyendo y viendo más claro a través de sus palabras que cómo no va a resultarme agotador hasta lo imposible partirme un filete o pinchar la comida con tenedor todas estas semanas, llegar tres manzanas más allá de mi portal sin que mis piernas blandiblú se doblen, aguantar sentada varias horas, cepillarme el pelo largo, contestar varios wassapps o poner la mesa (y agotador es que a veces, si por lo que sea lo hago, puedo necesitar literalmente horas y hasta días de descanso después). Estoy YA haciendo un enorme esfuerzo, un curro impresionante dedicado a mí y a mi supervivencia, un curro que muchos tendrán automatizado y yo siempre menos que el resto... pero cuando se me asienta la tormenta en la cabeza y el frío se agarra dentro no es ya que no esté automatizado, es que tantos días es un batallar por que pasen los minutos que cómo tener fuerzas para además cortar las uñas, leer unas pocas líneas, escribir este texto de una sentada. Cómo no estar agotada, pequeña.
Pero es 2018 y en nueve días acaba enero y ando por aquí y no ha sido -no está siendo aún- nada fácil, así que debería darme la enhorabuena.
Gracias -y enhorabuena además porque probablemente sea duro o cansado también- a quienes están construyendo conmigo ese "not-hospital and other safe spaces for suicidal people" que Anne echa en falta en su artículo y que nosotros, en este mundo aún super imperfecto, estamos inventándonos porque, en efecto, no existía. Porque sí, en este mundo TAN imperfecto y hostil hay también gente -loca y no loca- construyendo esos espacios y entornos seguros, de acompañamiento y cuidados reales y sin violencias ni más daño añadido, para personas en riesgo suicida. Construyéndolos ladrillito a ladrillito fuera de hospitales porque dentro sí reinan esas jerarquías, autoritarismo e imposiciones (y violencias y abusos mucho más brutales y explícitos que hoy no detallo). Hay gente inventándose esos espacios porque no existen y hacen falta y no todos pueden esperar. Igual estáis haciendo el mundo menos imperfecto y no lo sabéis.
Dejo un extracto del primer artículo de Anne que me recordaba el esfuerzo ingente que estoy haciendo, me ayudaba a felicitarme por ello: "If you're suicidal staying alive is the most selfless thing you can do".
"In a perfect world, we could have the not-hospital and other safe spaces for suicidal people, and we would remove the shame and stigma from suicide that prevent people from talking openly about it. But failing that, it’s important that we at least acknowledge that people who are struggling with suicidal ideas are doing far more work to stay alive than most people are aware of."
Y el segundo, del que no extraigo nada pero lo dejo guardadito aquí también: "Reading Girl, Interrupted in the Psych Ward", o cómo aprender de las enseñanzas de nuestras iguales locas, y cómo darse calor con ellas en medio del frío de esas Paredes Blancas, Mesas Verdes que esta vez (en parte debido a mi mayor conciencia de las inmensas violencias que guardan dentro esos muros; en otra inmensa parte gracias a esa gente que ya mencionaba que construye verdaderos espacios de acompañamientos y cuidados para quienes estamos en riesgo, fuera de los espacios hospitalarios donde no sé si esa calidez podrá crecer en algún futuro) estoy consiguiendo esquivar, a 22 de enero del 2018. Un mes y 17 días de victorias a sumar a las previas.
[Quiero escribir y no puedo revisar muy bien con la cabeza emborronada por dentro. Lo voy a publicar igualmente porque esta cabeza emborronada también soy yo, con las comas de más y de menos que haya, las ideas repetidas en párrafos no consecutivos, las faltas, las letras equivocadas al teclear, las frases que hubieran podido quedarse a medias. Y al menos aquí en este espacio -y quizás fuera- esta cabeza emborronada también es válida, y lo que pueda escribir, también.]