Tarde, tarde (II): Cuidados que se entrecruzan
Este texto (con variaciones) nació a principios del pasado abril (llega cuatro meses tarde; en este momento vuelvo a estar movilizada)
Versión breve: me han robado el móvil, hasta nuevo aviso no tendré llamadas ni wassapp.
Versión laaaaaarga para valientes, insomnes, insensatos... marque su casilla y siga leyendo.
Los cuidados se entrecruzan.
Hoy, después de meses en las que apenas he podido salir de casa porque el esfuerzo de mantener la propia supervivencia me está comiendo tanta energía que estoy teniendo muchos problemas de movilidad, he podido acercarme con una amiga a Traficantes de Sueños, mi librería-refugio favorita, media hora antes de que cerraran. Había mucha gente por alguna charla que había terminado hacía nada. Nos han dicho que con la cola que había ya no se podía comprar más, que estaban cerrados (ya iban a salir más tarde de su hora seguramente). Les he dicho que si podía quedarme el ratito que faltaba, que mirar sus libros me da calma y llevaba meses sin poder ir. Me han contestado con la amabilidad de siempre, que sin problema, que nosotras tres podíamos irnos las últimas (mi amiga, su perrita y yo), mientras ellas acababan de cobrar. Ha sido una manera bonita de cuidarme, parte de los cuidados que siempre siento en ese espacio.
He entrado a mirar los libros de dentro. Llevaba el móvil en la mano porque mi chico venía de camino a recogernos. He visto el libro de ensayos "Contar es Escuchar. Sobre la lectura, la escritura, la imaginación" de Ursula K. LeGuin y para leer la contraportada he metido el móvil en el bolsillo del abrigo 30 segundos. Cuando he dejado el libro otra vez en su sitio, el móvil no estaba en mi abrigo. He dudado primero de mí por si lo había metido en el bolso de tela, pero no, me lo habían robado en esos 30 segundos en el bolsillo del abrigo (soy consciente de que no es un buen lugar para dejar el móvil y había notado el roce de alguien pero pensé en un roce casual, no en que me estuvieran mangando un móvil).
No soy super legalista pero no entendería robar a Traficantes y no entendería robar a ningún cliente suyo tampoco. Me he enfadado un poco, en el wassapp que solo tengo en mi móvil es donde tengo mi grupo de acompañamiento de crisis. Estos días TODOS son días de crisis. He pensado que era ruin robar a alguien algo que no sabes lo que puede significar para él o ella. Que si me hubiera dicho la misma persona que necesitaba los 20-30 euros que se vaya a sacar por él, pues igual se los daba y ya. También he pensado después que quizá nadie hace eso, nadie se los daría con pedirlos, y por eso roba móviles. Que ellos no sabían que para mí tener mi móvil, mi wassapp con ese grupo tan necesario estos meses, mis canciones que consiguen que las piernas se muevan cuando están rígidas... es algo TAN importante para mí. Pero yo no sé tampoco nada de su situación y... En fin, creo que debe de cansar menos ser menos empática o poder pensar más fácilmente “vaya gentuza”.
Los cuidados se entrecruzan. Las dos muchachas que estaban hoy en la caja de la librería han sido un amor. Me han tranquilizado, no parece que ninguna de mis apps estén interceptadas. Una de las libreras me ha dicho que sentía que me hubiera salido tan cara la visita cortita, pero yo le he contestado que bueno, como hoy había conseguido llegar a la librería y estar un rato entre sus libros y eso era muy agradable, pues se compensaba un pelín. Que si podía echarle cara y aunque ya estábamos tan fuera de hora, si les importaba si finalmente sí que compraba el libro que había cogido cuando me han mangado el móvil . Lo he podido comprar y me han regalado otro ellas. Cuidados que se entrecruzan.
En casa al llamar a la compañía para cancelar el móvil y pedir una tarjeta SIM, he preguntado si había una manera de borrar a distancia todo mi contenido pero que el móvil pudiera usarse con otra SIM, ya sin nada mío dentro. Me ha dicho la operadora que no existía esa posibilidad y que no tenía sentido si no me iban a devolver el móvil. Yo pensaba en no dejar inutilizable un móvil que funcionaría perfectamente un par de años, por un lado por motivos ecológicos -esos recursos en fabricarlo ya han sido utilizados, ¿tiene sentido que se pierdan cuando el móvil podría seguir teniendo vida útil?-, también porque imagino que quizá quien compra un móvil robado por 30 euros tal vez lo hace porque no tiene acceso a móviles a precio de mercado. Que yo no sé nada de esa persona igual que el ladrón no sabría que yo estaría valorando esta noche si hay alguna especie de “señal oculta” cuando te roban el medio donde has podido construir un espacio donde dar la voz de alarma cuando todo se te va de las manos.
Me han preguntado si voy a denunciar. No, no siento que la policía vaya a sumar nada bueno a esto. Prefiero no tener que recurrir a las fuerzas de (in)seguridad siempre que pueda evitarlo, y desde luego en esta ocasión puedo evitarlo.
Igual nada de esto suena muy cuerdo. Yo nunca prometí cordura en mis textos.
Estos días Carolina León, que además de ser otra de las libreras en Traficantes de Sueños es también la autora de un libro magnífico como "Trincheras permanentes. Intersecciones entre política y cuidados", tiene dos nuevas citas -a las que no podré ir- para seguir presentando su libro. Ella habla mucho mejor que yo de cuidados, en su libro, en su blog y donde sea que hable o escriba sobre esto. Yo hoy me he sentido cuidada por sus otras dos compañeras, mi amiga, mi chico, un amigo que ha venido a casa por la noche a hacer de tercera persona de apoyo... Cuidados que se entrecruzan, de nuevo.
A veces me siento desgraciada y no puedo más. Que me roben el móvil me parece un poco tomadura de pelo divina, como si fuera una respuesta a uno de esos chistes de colmos, que preguntase cuál es el colmo de la persona en riesgo de despeñamiento que hace un grupo de wassapp para ver si agarrándose ahí la supervivencia es pelín más fácil. "Que le manguen el móvil". (Como chiste es bastante infernal, así que quién sabe si es tomadura de pelo divina o más luciferiana...) Pero he sentido tantos cuidados en medio que no me queda claro si soy afortunada, desgraciada o aforgraciada / desgratunada... Sí sé que hay gente cerca y no-tan-cerca que me cuida. Y a la que yo intento cuidar. Cuidados entrecruzados.
Aforgraciada. Desgratunada. Inventar palabras siempre es buen final para todo.
[Durante casi todo este último año, que no siempre que he querido o he necesitado he podido sentarme a escribir al ordenador, he ido apuntando cosas que quería compartir por aquí, pensamientos de los que quería hacer un post, alguna nota suelta o algún texto que escribí desde la cama, en la tablet. Muchos de ellos hablan sobre cosas que estaban pasando en esos momentos y que en realidad ahora son distintas (otras no son tan distintas, pero la idea o necesidad grande de escribir y reordenar sobre eso también fue de hace meses). Ahora que parece que ya voy pudiendo, estoy rescatando algunas para traerlas al blog, bajo esas dos primeras palabras en el título: Tarde, tarde. Van a destiempo pero van. Como yo misma a veces...]